Cuando nos sentimos atacados o heridos por alguien, la reacción inmediata es ir contra el agresor y buscar venganza; pero esta reacción tiene sus problemas. Si esta energía se mantiene por mucho tiempo, te podrías ver reflejado en la siguiente metáfora:
Cuando sientes que alguien te hizo daño es como si sufrieras la mordedura de una serpiente, algunas son más grandes que otras y dejan heridas más profundas, pero con el paso del tiempo esta herida tiende a sanar y cicatrizar, el problema se agrava si es que esta mordedura llevaba veneno; ya que este provocaría que la herida no sane manteniéndose abierta , algunos venenos son tan potentes que nos pueden destruir totalmente. Este veneno es le rencor y el deseo de venganza. Que te va matando lentamente enojado, frustrado y con una amargura permanente.
Cada ves que piensas en la agresión o en la injusticia estas potencializando el efecto del veneno, ya que a un nivel inconsciente el pensar es igual que el hacer y cada que mentalmente revives la ofensa vuelves a vivir nuevamente todas las emociones desagradables y terribles, y mental y emocionalmente, vuelves a vivir la experiencia.
Para poder deshacerte del veneno contenido en tu herida, tienes que renunciar a la idea de la venganza.
Por otro lado también es importante el que te asegures de que la serpiente no te volverá a morder, cuidándote de ella, alejándote y desligándote emocionalmente sin buscar ningún tipo de venganza.
Perdonar no es absolver, no implica borrar la falta del agresor. El hecho queda grabado en la memoria y la mente no tiene un botón que nos permita eliminar la información de una experiencia emocionalmente poderosa. Perdonar no es olvidar. El olvidar no nos ayudaría a sobrevivir en la vida. ¿Debería alguien olvidar el rostro y la experiencia vivida con un agresor, para en algún otro momento acercarse sin protegerse a esa misma persona y que le vuelva a hacer daño una y otra ves? ¿Debemos de olvidar el exterminio Nazi a millones de Polacos y Judíos? La respuesta es no. Es importante recordar y tener presente para que la historia no vuelva a repetirse una y otra ves. Recordar pero liberándonos del odio, el rencor y deseo de venganza; que no nos lleva a nada más que a vivir un infierno en vida.
Perdonar tampoco es renunciar a la justicia; es buscarla sin rencor. Cuando el Papa Juan Pablo II fue a visitar a la prisión al hombre que había intentado asesinarlo, le otorgo su perdón, pero no hizo absolutamente nada para liberarlo de los años de prisión a los que fue sentenciado por su agresión.
En una ocasión impartiendo un curso para una gran empresa financiera una de las participantes que ya había tomado varios cursos conmigo se me acerco en un receso y me pidió hablar unos minutos a solas, después exploto en llanto y me dijo que su marido la había traicionado, que lo había descubierto una ves más siéndole infiel con una mujer que ella consideraba entre sus mejores amigas. Después me pregunto: ¿Debo perdonarlo o que hago? A lo cual mi respuesta fue: “Definitivamente debes perdonarlo. Y después de perdonarlo debes decidir si rompes totalmente tu relación con él y lo alejas para siempre de tu vida, o lo perdonas y vuelves con el una ves más”. Pero definitivamente ella por su propio bien debía de otorgarle el perdón, ya que de lo contrario estaría sumida en un terrible sufrimiento durante mucho tiempo. Es importante preguntarte y responder sinceramente, el valor que se afecto en mi vida, es negociable, o definitivamente no. En ocaciones es importante decir: “Te perdono, pero me alejo de ti para siempre y sin sentir odio ni rencor”.
Es importante mencionar que el perdón no requiere del arrepentimiento del agresor. Sin importar cual sea su idea o postura, yo desde lo más profundo de mi corazón puedo perdonar y desligarme totalmente de él. Sin duda el arrepentimiento es algo que facilita el perdón pero no es un requisito indispensable.
Creo que también es importante distinguir entre disculpar y perdonar. Se disculpa el error, pero se perdona al malvado. Te disculpo quiere decir, te entiendo, puedo comprender las situaciones que provocaron tu error. Pero en cambio si existió una mala intención desde el principio, se te hizo daño a propósito entonces lo que corresponde es el perdón.
Es importante aprender a perdonar; no por otorgar un regalo a nuestro agresor, si no para darnos un regalo a nosotros mismos, hay que aprender a perdonar como un acto de amor propio. Perdono por que el rencor solo me hace daño a mi mismo, perdono por que así sano mi corazón y mi alma y así puedo volver a creer que merezco algo mejor que lo ya vivido. Perdonó por que merezco ser feliz, perdonó por que me amo y amo la vida. El amor es la más poderosa medicina para sanar el odio y el rencor.