Hoy les quiero platicar acerca del proyecto más importante que tengo, se llama Evolución Terapéutica y es mi sueño hecho realidad… pero me gustaría contarles cómo di con él.
Yo, originalmente estudié comunicación y la verdad es que no me arrepiento, la pasé increíble, pero simplemente no fue mi pasión de vida. Encontrar la pasión por algo no es fácil; yo pasé por varias, hasta dar con la mía. Primero quise ser cantante, después fotógrafa, finalmente productora de cine… hasta que me topé con el mundo de la sexualidad y nunca me fui.
Desde niña, mi mamá –como buena hija de psiquiatra- ante la duda, nos mandaba a terapia, así que he visitado más terapeutas que países. He pasado desde el clásico psicoanálisis hasta terapias chamánicas, místicas, mágicas y musicales. En este andar, como paciente, me di cuenta que había muchos huecos –para mi gusto- en las terapias; por ejemplo, no te enteras de la vida del terapeuta, generalmente se muestra perfecto, el único “loco” en ese cuarto eres tú. Eso francamente, nunca me convenció, así que hoy –que estoy del otro lado- intento proponer algo distinto y mucho más cercano.
Así fue como se empezó a formar lo que hoy es mi proyecto de vida: Evolución Terapéutica. Conocí a mis dos socios hace como 8 años por azahares de la vida, coincidimos y si bien nuestras áreas de expertise son distintas, se complementan a la perfección. Los tres queríamos más y no estábamos conformes con todo lo que habíamos aprendido hasta el momento ni con nuestras propias experiencias en la silla del consultante… así fue como decidimos crear algo diferente, algo nuestro.
Nuestro sueño es poner nuestro granito de arena para que este mundo, esté mejor, una persona a la vez. Creemos que somos igual de humanos que tú, si alguna vez te animas a venir a terapia con cualquiera de nosotros lo podrás notar. Yo, por ejemplo, durante la consulta platico de mí y jamás te pediría que te arriesgas o animaras a hacer algo que yo no haya hecho o no esté dispuesta a hacer junto contigo.
Se trata de aprender a usar quiénes somos a favor, por ejemplo, yo soy súper juguetona, risueña, jodona, sarcástica… algunas de estas habilidades podrían ser “negativas”, sin embargo, he aprendido a utilizarlas de tal forma que sean útiles para mí y para la gente que viene conmigo. Por ejemplo, la mayoría de la gente que viene a terapia sexual llega tensa, asustada y un tanto a la defensiva; hablar de lo que “no va bien” con tu sexualidad no es cosa fácil y gracias a que tengo esos “defectos”, mis pacientes se mueren de risa y salen mucho más relajados y tranquilos de cómo entraron.
Vivir mi sueño día con día me da pila para seguir adelante, me inyecta la energía que necesito para seguir disfrutando, aprendiendo, vulnerando, jugando, mostrando, arriesgando, en fin… viviendo.
Tú ¿tienes claro cual es tu pasión de vida? ¿La vives día con día? De no ser así ¿qué necesitarías para ir por ella? Si estas preguntas te causan conflicto y quieres poner cartas en el asunto, te invito a que nos busques; nuestra única intención es que el verdadero tú se sienta como en casa.