Se dice que tenemos 2 oídos y una boca, para escuchar el doble y hablar la mitad. Suena bien, verdad? No sabemos escuchar, uno de los problemas principales en todas las relaciones, es la falta de comunicación entre las personas. Hemos aprendido a oír para responder, más no para recibir.
Tenemos al día alrededor de 50 mil pensamientos, de los cuales el 80 % son en negativo y nuestra mente funciona como un aparato formatorio, con tarjetas que conocemos y comparamos con la información que estamos recibiendo. Esto sucede en décimas de segundos y nuestra atención está en qué vamos a contestar, tomando todos los datos que tenemos. Es un proceso súper complicado. Claro que no capto el mensaje, si no regreso como en un juego de tenis la pelota para el otro lado, sin el menor análisis. Generalmente lo único que queremos, es ganar.
También hay una enorme diferencia, cuando uno habla desde la mente, a cuando hablamos desde el corazón! Un típico error de comunicación es cuando uno habla desde la cabeza y el otro lo recibe desde la emoción. Te ha pasado, que quieres hablar con alguien para aclarar algo y la cosa sale peor! Generalmente es esto lo que pasa. Aprender a escuchar es un arte que podemos desarrollar, si logramos hacerlo, nuestras relaciones seguro mejorarán. Verdad, que te encanta cuando alguien te escucha y te hace sentir importante, porque toda su atención está en ti. A todos nos gusta ser reconocidos y tomados en cuenta. La regla de oro dice, «trata a los demás, cómo te gustaría ser tratado”.
El no saber escuchar, es cerrarse al cambio y al progreso. Quizás no siempre nos guste lo que escuchamos, pero no necesariamente es verdad, ni es lo que tenemos que hacer, pero si no estamos abiertos a escuchar, nos cerramos a muchas posibilidades. La gente más sabía no habla tanto y escucha más. Si te das cuenta, esa necesidad de hablar, viene casi siempre del «ego», el parloteo es la forma más evidente de cómo se manifiesta. Date cuenta cómo a mucha gente le encanta hablar y repetir experiencia pasadas negativas. Hay que aprender a ser más selectivos con la información que recibimos. No vale la pena engancharse y pelear, porque aunque ganemos, perdemos mucha energía.
Lo ideal sería poder escuchar desde nuestro centro y recordar que lo que nos dicen, podemos recibirlo sin juicio y regalarnos la posibilidad de análisis, dependiendo lo que creamos mejor, lo tomamos, lo guardamos o lo tiramos. Las mismas palabras que usamos para describir el proceso digestivo, son las mismas que usamos para el proceso de análisis. Nos dicen algo nuevo y decimos, déjame masticarlo, igual me cuesta trabajo pasarlo, deja lo digiero, lo estoy asimilando o finalmente, ya lo eliminé. Este sería el escucha ideal, dándonos el tiempo y la oportunidad de oír y tomar lo que nos sirve y lo que no, tirarlo fácilmente. Te invito sobre todo aprender a escuchar a tu voz interna, a tu intuición, esa casi nunca se equivoca.
Bendiciones Martha