Una de mis primas favoritas está embarazada. Todos estamos muy contentos pues nos encantan los bebés y los nuevos miembros en nuestra familia, y cada que podemos le preguntamos cómo está y cómo está viviendo su embarazo, pero muchas veces ésto es el comienzo del estigma del embarazo.
Algo que mi prima, muchas pacientes y amigas me han comentado es que el embarazo es mágico… pero es de esa clase de magia que una bruja usa para echarte una maldición.
Entre las náuseas eternas, el vómito constante, el dolor de espalda, los miedos, no poder dormir… pareciera que ese embarazo como un momento de ensueño que nos fue prometido, fue una mentira.
La realidad es que hay quienes de verdad la pasan mal en su embarazo, y al hablar de su malestar son juzgadas y calificadas. No falta el comentario típico de “no digas esas cosas, el embarazo es un milagro” o “el embarazo es uno de los momentos más felices de la vida, mejor disfrútalo”. Si bien el comentario es bien intencionado, lo que muchas veces logra es que la madre viva con culpa los malestares de su embarazo, ¡y que vaya que son reales! Es en este momento donde el estigma del embarazo se consolida.
Al parecer a veces nos falta empatía para entender que cada embarazo es distinto, pero más que nada, olvidamos ver qué es eso que nos pasa cuando escuchamos a una mujer embarazada decir que se siente mal o algo le duele. ¿Como su pareja me siento responsable de que la está pasando mal? ¿Cuestiona mis propias creencias sobre el embarazo? ¿No sé cómo acompañarla y busco amorosamente quitarle su sensación?
A veces lo que decimos desde la mejor intención sin querer tiene el efecto que menos buscamos: que esa mujer embarazada sienta que no puede hablar de cómo realmente está viviendo su embarazo. Si lo que quieres es acompañarla, dale permiso y espacio para quejarse, hacer drama y berrinche y pasarla mal… y en el proceso, observa qué te pasa a ti con verla así.