La semana pasada te compartí algunas frases que pueden acabar con tu comunicación haciendo que tu interlocutor se sienta ofendido o humillado y, como consecuencia, se ponga a la defensiva. (Si no lo leíste, hazlo ahora haciendo click aquí).
Esta vez, quiero compartirte algunas posturas y ademanes que podrían jugar en tu contra en una conversación haciendo que los demás te perciban como inseguro o prepotente, y acaben por desconfiar de ti. ¡No queremos eso! Así que pon mucha atención a tu cuerpo cuando platicas con alguien que es importante para ti y evita que tu lenguaje corporal lo arruine todo.
Dato curioso: Puesto que el ser humano se comunicaba por medio del cuerpo muchísimo antes que surgiera la posibilidad de hacerlo a través de un lenguaje hablado, nuestro cerebro capta de forma más veloz las señales no verbales que las verbales. Así que si el lenguaje corporal de nuestro interlocutor no es congruente con sus ideas, tenderemos a confiar más en lo que vemos que en lo que escuchamos. ¡Cuidado!
—Aunque ningún gesto o ademán por sí solo es definitivo, son indicios de incomodidad, misma que puede ser producida por inseguridad o deshonestidad. Al menos así lo percibirá consciente o insconscientemente tu interlocutor—
Lo que debes evitar :
- No bloquees tu torso, es decir, tu pecho. Evita poner frente a él bolsos, libros, sombreros, cojines… evita incluso cruzar tus brazos. La gente suele hacer esto cuando se siente expuesta o vulnerable, y el cubrir el pecho es una forma de marcar distancia a través de un escudo o barrera personal. Evita cualquier tipo de barrera entre tú y aquella persona con la que platicas (y sí, entre esas barreras están las mesas y escritorios; si el contexto lo permite y puedes lograrlo de forma sutil, procura sentarte en escuadra, es decir, al lado contiguo, en lugar de enfrente). Trata también de no cubrir tu cara o tu boca con las manos.
- Evita ver tu celular, la puerta, tu computadora o a otra persona mientras te hablan. Por más que le digas: “sígueme contando en lo que mando este mensaje”; esa persona sentirá que su historia es menos importante para ti que aquél mensaje que estás enviando. El cerebro sabe que en donde está tu mirada está tu atención, y la mente no puede procesar más de un estímulo a la vez (ni siquiera las mujeres, como comúnmente se dice) pues así estamos diseñados todos. Y ya lo hemos dicho, lo peor que puedes hacer en una conversación es hacer sentir al otro poco importante para ti.
- No descuides tus pies. Los grandes estudiosos del lenguaje corporal dicen que los pies y las piernas son las partes del cuerpo más chismosas, pues expresan lo que realmente sentimos respecto a una situación. Tus pies deben ir dirigidos hacia aquella persona que realmente te importa, no hacia la puerta ni hacia otra persona. Si alguien está hablando contigo, no lo voltees a ver solamente con la cabeza, gira tu cuerpo de manera que tu torso y tus pies apunten hacia tu interlocutor. Eso hará que seas percibido como alguien realmente presente y atento.
- No guardes las manos en tus bolsillos ni las escondas bajo la mesa o en alguna parte de tu cuerpo. Serás percibido como deshonesto, como alguien que está ocultando algo. Déjame explicarte por qué. En la época de las cavernas, nuestros ancestros salían a cazar y llevaban una lanza, cuchillo o algún arma blanca. Cuando dos cazadores se encontraban a la distancia, antes de acercarse el uno al otro, mostraban las palmas de las manos en el aire para hacerse saber que iban en son de paz y que no estaban armados. De ahí surge nuestro saludo, por eso levantamos la mano en el aire y dejamos ver nuestra palma; pero también de ahí viene la costumbre oriental de entregar las cosas mostrando las palmas de las manos en símbolo de honestidad y agachando la cabeza como signo de humildad. Ahora, recuerda que nosotros cargamos en nuestras células y ADN información de miles de años que nos ha permitido evolucionar; así que cuando vemos a alguien que empuña las manos o las esconde, automáticamente empezamos a percibirlo con cierta desconfianza.
- Evita los ademanes apaciguadores. Son aquellos movimientos que hacemos con nuestras manos y que NO sirven para ilustrar lo que estamos diciendo; más bien son reacciones impulsadas por nuestro sistema nervioso cuando éste se siente en condiciones de estrés. Por eso se llaman “apaciguadores”, y antes los ojos de los demás serán claros indicadores de nerviosismo o incomodidad.
Por ejemplo: rascarte la nariz en repetidas ocasiones, jugar con tus lentes, acariciar tu pelo, manipular tu anillo, jalar la corbata o el cuello de la camisa como si te sintieras sofocado, tamborilear los dedos o una pluma, morderte las uñas, sacudir tus piernas como si estuvieras limpiándote unas migajas inexistentes, etc.
Ahora sí, a cuidar tu lenguaje no verbal. Estas son sólo algunas ideas que ayudan, pero es una buena forma de empezar a estar más alerta de tu cuerpo para asegurarte de mantener bien abiertos los canales de comunicación.
¡Hasta el próximo viernes! (Sí, en vacaciones también estaré por aquí, de mí ya no te deshaces chato; esto no se acaba hasta que se acabe, ¡muaaaaajaja!)