Fantasías a domicilio y a la medida

Alessia Di Bari

Alessia Di Bari¿Cuántas veces has tenido fantasías de vivir algo como en una película porno? Yo ¡más de una vez! Bueno, pues esta semana se me hizo.

Esta retomada soltería me ha traído muchas sorpresas. Me he descubierto más suelta, más entrona y desatada, pero también mucho más conectada y libre. Tu ¿cómo vives tu soltería? ¿Qué tanto permiso te das de darle rienda suelta a tu sexualidad?

Yo, ando muy permisiva conmigo misma últimamente. En esta ocasión, me arriesgué –porque eso fue lo que hice– a tener un encuentro con un desconocido… a vivir la fantasía del “aquí te agarro, aquí te pillo” y ¡me fue muy bien!

Empecemos por el principio. Lo conocí en tinder –sí, esa red social donde sólo seleccionas si te gusta alguien, con base en unas cuantas fotos–. Hicimos match y tuvimos buena química por mensajes, cosa que no siempre sucede cuando platicas con alguien y que siempre se agradece.

Una cosa llevo a la otra y establecimos que estaría bueno conocernos sin más ni más y cumplir la fantasía de ambos… primerizos los dos, así que lo planeamos… lo rápido que se puede planear un evento así de furtivo, sin quitarle sabor al asunto.

Toda vez que decidimos… bueno, decidí que sí me iba a aventar a aceptar su propuesta, acordamos qué se valía, y qué no. Me dijo qué quería que llevara puesto: un vestido sin ropa interior. Primero le dije que no y luego, decidí que –si ya iba a vivir la fantasía, por qué no echar toda la carne al asador–; me puse el vestido, sin nada abajo, pedí mi uber y agarré rumbo a su hotel.

Acordamos que llegaría y me besaría, así sin más ¡Pa’ romper el hielo pues!
Mientras iba en el uber, camino a su hotel, me iba preguntando si estaba haciendo lo correcto, si valdría la pena arriesgarme así por un buen rato… ¿Y si llegaba y no me gustaba, qué iba a hacer? Dar las gracias e irme, claramente, pero igual me causaba conflicto la opción.

Más tardé en pensar todas y cada una de las posibles fallas de mi plan, que en llegar al lugar. Me bajé, entré al hotel y me fui directo al elevador, marqué el piso al que iba y cuando estaba frente al cuarto del susodicho, estuve a nada de echar reversa… me daba miedo desde equivocarme hasta tomar la peor decisión de mi vida, ponerme en riesgo sin necesidad alguna o simplemente pasar un mal momento. Pero, respire profundo, sopesé mis opciones y toqué la puerta ¿A quién quiero engañar? ¡Moría de ganas de vivir la experiencia!

Dicho y hecho, apenas abrió la puerta, nos besamos y comenzó una de las mejores fantasías que he vivido. Era igualito al de la foto –que claramente me había gustado-, así que, paso uno ¡Check!
Todo fluyó súper bien, nuestros gustos compaginaron, en ningún momento me sentí incómoda –todo lo contrario–, nuestros cuerpos se entendían como si ya se conocieran de antes, paso 2 ¡Check!
Y finalmente, dado que ya habíamos acordado los límites de lo que sí y lo que no, me permitía sentirme segura y confiada. Paso 3 ¡Check!

Nunca había hecho algo así y la verdad es que, al menos para mí, valió la pena. Después de terminada nuestra introducción, llegó el capítulo de la presentación… desde el “mucho gusto” hasta “cuál es tu sueño en la vida”. La verdad es que creo que caímos en blandito, nos caímos bien y todo fue muy jocoso y natural. Si me preguntan, no sé si lo volvería a hacer… probablemente no. Para qué estropear la magia. Confié en mi intuición, me arriesgué y el experimento salió muy bien… no sé si quiero tentarle a la suerte otra vez.

Creo que hay experiencias que está bueno vivirlas una vez en la vida… para mí, esta fue una de ellas. Así que, no me queda más que agradecer la sincronía de la vida y lo placentero de las coincidencias. Tu ¿te atreverías a vivir algo así? ¿Alguna vez lo has hecho? ¿Hay algo que necesitarías para sí atreverte o es algo que no harías bajo ninguna circunstancia? Cuéntame tu historia, me encantará escucharla.

 

Alessia Di Bari

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