Ganancias secundarias de la enfermedad

Luisa López Madueño

Luisa López Madueño¿Enfermarse conviene? ¿Cómo es que a alguien le pueda convenir semejante situación? El 95% de todo lo que trabaja nuestra mente durante el día, es inconsciente; solo nos damos cuenta conscientemente de lo que pasa en ese 5% restante. Así que estamos llenos de comportamientos, pensamientos y emociones que se gestan “detrás de las espaldas de nuestra consciencia”.

En ese sentido, cuando nos enfermamos de las emociones, el cómo atribuimos la realidad o con el cuerpo, en ocasiones puede tener más ganancias que pérdidas para la mente inconsciente. En Psicología se le llama, “ganancias secundarias de la enfermedad”, es decir, todos aquellos “beneficios» que obtenemos por estar enfermos.

Pero aterricemos esas conveniencias de las que no nos podemos estar dando cuenta que suceden en nuestro interior y que definitivamente, hacerlas consciente beneficiarían en el progreso de la enfermedad.

Estar enfermo (física, mental o emocionalmente) puede ser bueno para quien:
Desea justificar no mejorar su salud para mantener alguna situación de comodidad. Tales situaciones pueden ser: no trabajar; no esforzarse; sentirse incapaz; etc.
Mantenerse como víctima. Para algunas personas, ser “pobreteadas” les hace recibir atención, cuidados y amor; eso resulta mucho más conveniente ya que de alguna forma creen que sin la enfermedad, no podrían tener eso que tanto anhelan.
Llamar la atención
Como forma de autocastigo. Cuando alguien se siente muy culpable en la vida por algo que hizo, inconscientemente puede llegar a generarse el caos en su vida o mantener una enfermedad porque no cree merecer la salud.
Como forma de castigo para alguien más. Todo lo contrario a la anterior, mantener una enfermedad puede involucrar muchos cuidados de terceros, por lo que puede ser una forma de querer hacerle pagar lo que crea le deba de situaciones anteriores.

Estas son solo algunas de las artimañas que nuestra mente puede hacer y es importante que sepas que la gran mayoría del tiempo, ni siquiera nos imaginamos que puede convenirnos.

Si deseas revisar en ti si la enfermedad que puedas estar padeciendo, no esta acusada por algún otro interés para tu mente, es importante que hagas una revisión interna y lo más objetiva posible (si no para eso estamos los psicoterapeutas) para descubrir lo que te quiere decir continuar una enfermedad.

Primero debes fijarte en la naturaleza del síntoma. Si este recurre cada cierto tiempo, por cuanto tiempo se mantiene, bajo qué circunstancias emocionales o de vida aparece y lo más difícil, hazte las siguientes preguntas y procura reflexionar lo más allá posible:

Si estuviera libre de esta enfermedad:

  • ¿Qué podría lograr en la vida?
  • ¿Qué nuevas fortalezas o comportamientos tengo que hacer?
  • ¿De qué me tengo que hacer responsable?
  • ¿Qué pasaría con mi alrededor si ya no soy el único enfermo?

No permitas que esas ganancias inconscientes se conviertan en tu estado habitual de ser/estar, en una justificación a los porqué’s de tu vida que solo te llevan a un autoengaño.
Las verdaderas ganancias de la salud, son aquel paraíso que ves desde la ventana en la casa de la enfermedad; ponte lo zapatos y anímate a salir a ese mundo maravilloso y desconocido por el que te aseguro valdrá la pena luchar. Salir por ello cuesta, pero tú decides si te quedas lamentando toda la vida o si al menos trabajaste por una vida mejor.
Hay momentos en la vida en los que solemos ser demasiado duros con nosotros mismos, porque no podemos permitirnos el fracaso o el error,  particularmente cuando percibimos que íbamos por la vida actuando en función de la perfección, de la nula equivocación,  recriminándonos de pronto el «cómo pudo –a mí-  ocurrirme tal cosa»…

Debemos que tener siempre en cuenta –y así lo pensamos siempre-,  que cada quien hace lo que puede con lo que tiene, en cierto lugar y determinado momento.   De haber podido hacer las cosas de mejor manera o distinta, es obvio que cualquiera lo hubiera hecho, pero aunque siempre nos analizamos desde la perspectiva de un  “lo pensé bien”, “lo analicé detenidamente”,  o “no había otra opción”,   entonces nos encerraremos en nuestra propia justificación,  lo que deriva en un sentimiento de culpa o de fracaso emocional.

El incurrir en el error o en la equivocación no nos debiera reprimir al grado de la autoflagelación.  Si bien es cierto, dar solución a cualquier problema generado con nuestra decisión, equivocada o no,  nos costará más trabajo,  la mejor manera de superar cualquier crisis emocional, en principio podremos iniciar con un poco de autoconfianza, seguridad,  y pensar que las cosas siempre tendrán una solución si la buscamos desde nuestro propio interior, no necesariamente mediante la ayuda o el apoyo de los demás.  La seguridad personal es la base fundamental para hacer que el motor interno funcione, pues la autoconfianza nos conducirá invariablemente a mejor resultado.

Perdonarnos a sí mismos por el error  cometido,  nos puede resultar demasiado complicado,  más aun cuando nos resulta imposible perdonar incluso a los demás.   Si se les pregunta, ?por qué te culpas de eso?,  la primera reacción es, “yo no me culpo de nada…”    La gran mayoría de las veces creemos que no nos sentimos culpables de algo, y hablar de perdonarnos,  no cabe como opción para continuar hacia adelante.

En otros casos,  las personas no se perdonan así mismas simplemente porque ni siquiera están conscientes del daño que causan por sus errores o equivocaciones.  Y si bien, cuando están conscientes,  tampoco les preocupa en lo absoluto las consecuencias tanto a si mismas como menos hacia los demás.  Siempre tendrán cualquier justificación al instante, por lo que será tarea casi imposible hacer que aquella persona reconozca, recapacite, remedie, y entienda que para arreglar cualquier daño, primero hay que reconocer que ha sido provocado.

En contrario,  a veces el daño que podamos habernos provocado,  traerá por consiguiente el desarrollo de recursos y herramientas que nunca hubiéramos conocido si las circunstancias no se nos hubieran presentado.  Es entonces cuando descubrimos nuestras fortalezas, es entonces cuando debemos enfocarnos en todo lo positivo que nos haya dejado aquel error incurrido o aquello que nos infringió, para continuar paso adelante y  dejar  ir al pasado.  A partir de ahora  no se tratará ya de ver hacia atrás, la opción, será ir hacia adelante, con actitud y fortaleza,  con confianza absoluta de que somos capaces de crear un mundo mejor si nosotros mismos así nos lo proponemos

Luisa López Madueño

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