Las relaciones humanas son complicadas, ya sea con nuestros padres, hermanos, primos, tíos, hijos, amigos y la cosa se pone más difícil cuando hablamos de una pareja. Y cuando las cosas se complican más es fácil comenzar a hablar desde el dolor.
Imagina, si a veces no logramos convivir sanamente con nuestra familia nuclear cómo podemos lograrlo cuando tenemos una pareja que viene de una familia totalmente distinta a la nuestra, con costumbres diferentes y cargando con una historia que no es la nuestra…
Todos deseamos poder vivir con nuestra pareja en armonía y santa paz, pero ¿Cuántas veces te has sentido impotente y frustrado al ver que todos los intentos que haces para tener una sana comunicación cuando discuten son infructuosos? y más aún cuando esto lejos de solucionarlo lo complica todo.
El problema es que cuando estamos dolidos porque nuestra pareja nos hizo algo reaccionamos visceralmente y hablamos con las entrañas porque, hablamos desde el dolor, y generalmente, queremos tener la razón o mínimo llegar a un empate.
Cegadas por el dolor las parejas se transforman en dos luchadores que suben a un ring con el único fin de que el técnico le gane a la ruda o viceversa. Comienzan a luchar para ganar y no para conciliar, aplican la mejor llave que lastima al corazón y no la que abre al corazón, derriban al contrincante sin piedad en lugar de derribar las barreras que impiden la comunicación, se ocultan tras una máscara que los distorsiona en lugar de abrirse con amor…
¿Qué sucedería si en lugar de transformarse en luchadores se transformaran en una pareja de tenistas jugando un partido de dobles? Lo primero es que entenderían que son del mismo equipo, que la persona que tienen al lado no es su contrincante sino su compañero con el que se debe de sincronizar para poder planear una táctica con la que el equipo ganará.
Todas las parejas discuten y esto es sano, pero cuando surge un problema es primordial aceptar que siempre es cosa de dos y nadie ésta libre de culpas. No importa cuál es el porcentaje que le corresponde a uno y cuál es el que le corresponde al otro, lo importante es darse cuenta de que ambos deben asumir su parte de responsabilidad. Tal vez te estés preguntando ¿y si yo soy la víctima y no he hecho nada? Pues hasta las víctimas son responsables de no haber tomado la decisión de dejar de serlo y les corresponde un porcentaje que deben asumir y trabajar.
Romper con los barrotes mentales que nos impiden ver más allá de nuestras narices no es fácil pero sí necesario para poder tener una relación sana. Esto te permitirá llegar a un nivel de comunicación asertivo que traiga como consecuencia acuerdos que a ambas partes les funcionen. Para romper estos barrotes deberás de dejar de evadir, aceptar tu responsabilidad, identificar los patrones de conducta destructivos que te nublan la razón y trabajar con disciplina para erradicarlos. Con ello ampliarás tu nivel de conciencia a tal grado que entenderás que es preferible ser feliz que tener la razón.
Discutir para construir y no para destruir es un arte que debemos de cultivar.
Algunas recomendaciones para no hablar desde el dolor son:
- Nunca discutas visceralmente cegado por el dolor. Tu objetivo es llegar a acuerdos no tener la razón o lograr un empate
- Utiliza un tono asertivo de voz
- Ten claro el porqué de la discusión, no mezcles temas
- No olvides que la persona con la que discutes es tu compañero y cómplice de vida
- Siempre habla en primera persona: yo siento, yo pienso, a mí me gustaría, yo creo que…
- No juzgues o etiquetes a tu pareja, recuerda que esto se le quedará grabado y generarás rencor
- Expresa qué conducta no te gusta de tu pareja y compártele esto cómo te hace sentir
- Sé empático y aprende a ponerte en el lugar del otro, no olvides que no se trata de dictar sentencia y descubrir quién es el culpable sino conciliar
- Jamás utilices información confidencial que tu pareja te haya confiado para lograr tu objetivo. Confiar en tu pareja es esencial y si das golpes bajos ésta se romperá
- Llega a acuerdos en los que ambos se sientan cómodos y respétalos.
Tener una buena relación de pareja es de los mayores regalos que podemos poseer en nuestro cofre de tesoro y que nos llevaremos al viaje eterno tatuado en nuestro corazón. Si hoy vives en una relación que hace que tus días sean más hermosos de lo que ya eran cuando estabas soltero, cuídala como si fuera de cristal porque muchos anhelan tenerlo y pocos son los afortunados que pueden vivirlo.
Un abrazo con todo mi cariño, de esos que reparan el alma…