Hace poco me acordaba de mi época adolescente y de lo que en mis tiempos, que se note la generación, llamábamos “primera base”, “segunda base”, etc… para hacer referencia a qué tan lejos habíamos –o no- llegado en el tema sexual. A esto se le conoce como iniciación sexual, es decir, cómo fuiste subiendo de nivel, empezando en el cero, hasta llegar a la penetración.
Para efectos prácticos, podemos dividir la iniciación sexual en 5 estadios o fases:
Fase I – No iniciados
Las personas que, aún cuando sienten deseo o incluso atracción sexual, no hablan del tema con nadie y su experiencia sexual –si es que son sexualmente activos- se limita a ellos(as) mismos(as) (autoerotismo).
Fase II – Motivados
Hablan de sexo con su grupo de pares, pero todavía –en la interacción con otro- no han dado ni un beso apasionado.
Fase III – Beso íntimo
Acá ya hay faje, pero leve (petting suave). Es decir, existen los besos apasionados, pero las caricias son más superficiales.
Fase IV – Relación íntima
En esta fase, lo que aumenta es el nivel y la intensidad de las caricias (petting), son mucho más íntimas; es decir, incluyen los genitales y los pechos, de manera directa. Esto puede ser sin ropa o metiendo la mano por debajo de la ropa.
Fase V – Relaciones coitales
Aquí experimentamos un encuentro coital (penetración), en cualquiera de sus variable: pene-vagina o pene-ano.
Tú ¿ya pasaste por todas? ¿Cómo viviste o estás viviendo este proceso? Hay que decirlo, para algunas personas las fases de la iniciación sexual pueden parecer muy tontas, pero vale la pena revisarlas y ver cómo me siento con respecto a éstas… porque, incluso, para los que ya pasamos por ahí –muchas veces- cuando iniciamos una nueva relación, volvemos a pasar por las cinco una vez más.
¿Desde dónde decides que es momento de pasar a la siguiente fase? ¿Cuáles son tus indicadores? Quizás nunca te lo has preguntado o tal vez, te vas al otro extremo y lo analizas y lo analizas y lo analizas, pero nunca tomas acción. Si este último es tu caso, valdría la pena cuestionarte si es porque no quieres, porque te asusta, porque no te sientes listo(a) o porque quizás, simplemente no se te antoja y también se vale.
Mi invitación de esta semana es muy sencilla, repasa las fases y observa qué tanto disfrutas cada uno, qué tanto permiso te das de escucharte y pedir lo que sea que sea importante para ti en cada fase. ¿Alguna vez te has sentido presionado(a) para tomar acción o acelerar un proceso, que para ti, tiene un ritmo distinto al de tu pareja? Simplemente obsérvalo y si está bien para ti, arriésgate a hacerte caso y pedir lo que quieres, aunque no sea –forzosamente- lo que te han dicho que está bien o lo que sientes que “deberías”.
Recuerda, como siempre, que si tienes una duda, no dudes en contactarme. Me dará harto gusto saber de ti.
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