La semana pasada fue noticia el hecho de que la Ciudad de México y las zonas conurbadas sufrieron un alto grado de contaminación, durante 3 días se suspendieron las clases en los colegios y también las actividades al aire libre, se declaró una contingencia e incluso, mucha gente optó por irse a provincia para poder aprovechar los beneficios que el aire puro podría brindarles. Muchas fueron las personas que tomaron medidas extremas para ellos mismos y para sus familiares, alejándose de la zona de conflicto, y esta movilización llamó mi atención sobre manera, ya que fue casi de inmediato que tanto el gobierno como los conciudadanos llevaron a cabo las acciones pertinentes para que los niños y la población en general no sufriera estragos; sin embargo, considero que así como la calidad del aire puede disminuir, eso también sucede, y casi a diario, con los pensamientos.
Cuando se oyen cosas negativas sobre alguien o un tema en particular, los individuos no toman distancia y se van, sino que pasa todo lo contrario, aún en el más absoluto silencio, se quedan a escuchar aquello que los contamina y que les da una apreciación errónea de la realidad; cuando los niños están cerca de familiares o personas que con su vocabulario soez, ejemplos negativos, agravios y faltas a la moral conviven con sus semejantes, eso los afecta enormemente y repercute en su desarrollo y formación, y esos adultos no hacen nada en absoluto para cambiarlo, cuestión que no es comparativa con el tema del aire pues son temas distintos; pese a todo, ambos perjudican, es decir, el aire puede hacer daño a las vías respiratorias y causar una gran cantidad de síntomas que afecten el buen funcionamiento de la salud, y asimismo, la contaminación de la mente tiene que ver con lo que a diario se convive y, en la mayoría de los casos, hay quienes saben que eso les resta energía y los llena de sentimientos negativos y una serie conflictos internos, pero prefieren quedarse callados o seguir padeciendo este tipo de escenas por miedo, pena, o porque sienten que si ponen un alto, esto va a repercutir de manera negativa en su trabajo, relación de pareja o en su vida familiar; no obstante, si trataran de alejarse y tomar otro camino, esto por el contrario puede permitirles que exista un límite que les ayude a no entrar en esa energía pantanosa y malsana que a la larga lo que consigue es enfermar emocional y espiritualmente a quien lo vive a diario.
Ten la voluntad de apartarte de los lugares que te consumen y generan en ti conflicto, no te quedes por nada del mundo, atrévete a moverte de lugar y en breve empezarás a notar la diferencia en tu entorno personal. La contaminación del aire no depende de ti, o sea no está en tus manos que en una horas desaparezca, pero sí está en ti que lo que pase por tu mente y llegue a tu corazón lo controles y no le dé fuerza ni poder a lo que no edifica.
Te deseo una bendecida semana, cuida tus pulmones y también tu corazón, ambos son igual de importantes par vivir en equilibrio.
Georgette Rivera
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