Mi esposo y yo llevamos casi seis años casados y no tenemos hijos. Ambos somos muy miedosos y la verdad es que aún no nos atrevemos a dar ese paso: que si no tenemos dinero para darles la vida que queremos, que si la inestabilidad del país, que si el mundo se va a acabar, para qué traerlos a sufrir (sí, también somos un poco dramáticos). Pero esta semana me di cuenta que, la verdad, lo que realmente nos da miedo es perdernos como pareja.
Amo a mi esposo, tenemos una relación que me encanta y me parece increíble. Por supuesto que peleamos y tenemos discusiones, pero creo que hoy estamos en un punto muy lindo, amoroso, comprometido y compenetrado, y –honestamente- no sé qué vaya a pasar si de repente hay un tercero en nuestra relación que hoy es de dos.
Conociéndonos (y viendo lo que generalmente ocurre cuando las parejas tienen un hijo), entraremos en crisis. Seguramente habrá momentos de desacuerdo, cada uno nos iremos a la forma automática que tenemos de responder a la vida (no es nuestra mejor versión) y estaremos confundidos en los nuevos roles que según nosotros tendremos que cumplir. Y si bien, la crisis de los “nuevos padres” probablemente no sea algo universal, sí es bastante común… y está bien. Es la forma que tenemos las personas de adaptarnos a nuevas circunstancias y a nuevas “reglas” en las relaciones.
Si acabas de ser papá o mamá, y sientes que tu vida no tiene pies ni cabeza, que tu relación no es lo que era antes, no estás solo. Esto no quiere decir que seas un irresponsable. Desear a veces, en secreto, no haber tenido a tu hijo no te hace despreciable ni mal ser humano, sólo te hace uno más de nosotros. Se vale sentir lo que sientes, pero sobre todo, se vale pedir ayuda.