La infidelidad es aquello que se produce cuando una persona no respeta la lealtad que le debe a alguien o algo, un compromiso no asumido o desarrolla algo con imprecisión.
En palabras de uno de mis profesores “es la transgresión explícita al contrato implícito de la monogamia”.
Con mucha frecuencia a la terapia de pareja llegan consultantes que están viviendo situaciones de infidelidad, y consideran que ésta es una de las peores traiciones hacia su pareja o por parte de la pareja. Generalmente se busca quien es culpable y se enlistan un sin número de razones o justificaciones para este hecho, la crisis de pareja, la búsqueda de nuevas experiencias sexuales, emocionales o intelectuales que la pareja habitual no le da. La lista de razones puede ser interminable, incluso especialistas en sexología y terapia de pareja suelen coincidir en que lo que se intenta satisfacer son: las carencias en la pareja, los sentimientos de devaluación, la monotonía, la insatisfacción sexual; la dependencia parental, la idealización de la pareja, la permisividad de la pareja, la amenaza a la libertad, la necesidad de poder, etc.
En un estudio publicado por el Instituto Mexicano de Sexología, hecho con 150 parejas casadas de la Ciudad de México, San Francisco y Puerto Rico, de 35 años de edad en promedio se asume la infidelidad como resultado de: “Expectativas no cumplidas” 57%. “Problemas de comunicación y factores sociales” 19.6%, “Rasgos de personalidad” 16.1% y “Condiciones ético sociales” 7.1%.
La infidelidad no sucede espontáneamente, y no necesariamente hay motivos que la provocan, tampoco puede considerarse un síntoma de crisis personal o de pareja. Si lo deseamos, inventaremos un sinfín de justificaciones para ser infieles. Sin embargo, reconocerse infiel implica asumir la responsabilidad que acompaña a la decisión de serlo.
¿Ser infiel es una decisión?, la respuesta en todos los casos es –SI– así cómo es una decisión formalizar o no la relación de pareja, tener o no hijos, usar o no condón, pagar o no por tener actividad sexual; éstas y otras decisiones son parte de los comportamientos sexuales responsables que se deben promover a través de la educación de la sexualidad, los comportamientos sexuales responsables se expresan en los planos personal, interpersonal y comunitario. Se caracteriza por autonomía, madurez, honestidad, respeto, consentimiento, protección, búsqueda de placer y bienestar. La persona que practica un comportamiento sexual responsable no pretende causar daño y se abstiene de la explotación, acoso, manipulación y discriminación.
Los comportamientos sexuales responsables implican asumir las consecuencias de decidir tenerlos o no, la infidelidad es un comportamiento sexual no responsable considerando que comúnmente involucra inmadurez, deshonestidad, falta de respeto, ausencia de protección, pretende causar daño, es un acto en el que existe la manipulación y la discriminación.
Cómo ya he dicho, se pueden encontrar cientos de miles de razones para ser infiel, todas ellas existen sólo para justificar un acto deliberado, planeado y ejecutado por voluntad propia, por decisión consciente, así que valdría la pena empezar a cuestionarse ¿para qué necesito ser infiel?