Una leyenda árabe cuenta de dos amigos que viajaban juntos por el desierto, en algún momento del viaje los dos comenzaron a discutir, entonces el primer amigo le dio una bofetada a su compañero, el agredido no se defendió, sino que escribió en la arena: «Hoy mi mejor amigo me dio una bofetada».
El caso extrañó al amigo agresor, pero de momento prefirió no preguntar la extraña reacción a su acompañante.
Pasaron los días y los dos amigos árabes proseguían su camino, en el viaje se encontraron un oasis y decidieron bañarse. Mientras lo hacían el hombre que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, pero su amigo se arrojó al agua y lo rescató. El hombre agradeció que le hubieran salvado la vida, pero esta vez tomó un estilete y comenzó a escribir en una piedra: «Hoy mi mejor amigo me salvó la vida».
La intriga volvió a invadir la mente del primer amigo, así que esta vez decidió no quedarse callado y preguntó a su amigo:
—Explícame algo, ¿por qué cuando te abofeteé escribiste en la arena y ahora lo haces sobre una piedra?
El segundo amigo lo miró y con una sonrisa contestó:
—Te voy a compartir mi filosofía, cuando alguien me ofende trato de escribir las cosas sobre la arena, en donde las marcas son borradas fácilmente por el viento del perdón. Cuando alguien hace algo bueno por mí prefiero dejar las cosas grabadas en piedra para que no se me olvide nunca, así la memoria me recordará que debo ser agradecido.
Cuando perdonas a alguien eliminas la ira, te deshaces del estrés, se normaliza tu presión arterial, duermes más tranquilo, vives con mayor armonía con todos los que te rodean, disminuyes el dolor físico y el emocional, tienes menos probabilidades de sentirte enfermo y sobre todo vives mejor. Así que ¿por qué no atrevernos a perdonar?