Amigo lector, siempre he confesado mi enorme afición por el futbol así como su estudio como un reflejo de nuestra sociedad. El futbol no solo es un deporte que sigo, lo práctico cada semana y mis tres hijos también, de ellos soy su más grande aficionado y siempre que puedo los voy a ver jugar. Esta semana mi segundo hijo jugo una semifinal, el rival un equipo filial de un equipo de primera división de la ciudad. El juego fue en la escuela de mi hijo sin embargo, papas, hermanos y amigos de los niños de 13 y 14 años del equipo visitante se dieron cita en el colegio.
El partido arranco y rápidamente las acciones afuera de la cancha comenzaron, y si entendiste correctamente “afuera de la cancha” no es la primera vez que veo este tipo de comportamientos, el “síndrome del papa entrenador” y la familia “barra brava” papas que se ponen a un lado del entrenador como si fueran sus auxiliares y durante todo el juego dan indicaciones desde la banda, en este juego había más de cinco papas más dos entrenadores, un par del otro lado de la cancha y otra persona atrás de la portería más los que se quedaron en el área asignada para papas para ver a los chicos. Tu pensarías, seguramente fueron apoyar a sus hijos pero la realidad es que hicieron todo menos eso, primeramente reprendían a cada uno de sus hijos cada vez que tenían una falla en el juego, les gritaban enojados y los corregían, su segundo objetivo era el árbitro, quien en cada jugada en contra le reclamaban que se había equivocado y en cada jugada a favor le exigían una sanción más fuerte, por último y tristemente su objetivo fueron los niños rivales a quienes hostigaron durante todo el encuentro.
Como papa te confieso que este tipo de encuentro es muy incómodo y no faltaron los roses al pedirles de favor no se metieran y respetaran a nuestros hijos. Trato de imaginarme la situación de sus hijos también, entrenan toda la semana al mando de su director técnico y llegado el partido reciben instrucciones de todos lados, son reprendidos y exhibidos durante el juego y se les enseña que si pierden es por culpa del árbitro o por que el otro equipo hizo trampa. El encuentro lo ganaron los visitantes, aun así varios papas fueron a reprender al árbitro por varias decisiones que a su juicio el silbante se equivocó más otros actos que no son el tema de este artículo.
Cuando todo esto ocurría vino a mi mente una pregunta ¿Qué pasaría si todo lo anteriormente narrado se empleara en la educación escolar de esos niños? Y no soy de los que piensa futbol o educación creo que son complementos, pero que pasaría sino solo el maestros se involucrara en la enseñanza de nuestros hijos si no también los papas y así como estaban aún lado del entrenador durante el juego los papas estuvieran así aun lado del maestro en la educación de ellos, imagina que así como los reprendieron durante el juego por sus fallas, los reprendieran cuando sacaran malas calificaciones, cuando fueran reportados por mala conducta, imagina que todas esas mamas que estabas hostigando al árbitro y a los rivales los llevaran a clases extras por la tarde, o a regularización escolar cuando estuvieran bajos en alguna materia y por ultimo imagina que todos aquellos que fueron apoyarlos, amigos, hermanos, primos además de sus padres los apoyara así con sus metas como sacar un beca, entrar a la universidad o irse de intercambio. Si todo esto sucediera te aseguro que México sería otro un país.