Ya hemos hablado anteriormente de que en realidad, somos un espíritu viviendo una experiencia humana y no al revés, un humano tratando de alcanzar una experiencia espiritual. Lo que somos en esencia es energía, somos luz. Siempre hemos sido y siempre seremos, porque la energía no se crea ni se destruye, nada más se transforma.
El espíritu es lo que anima al cuerpo y en el momento que lo abandona, sólo queda el empaque, la materia. El cuerpo es el regalo del mundo de la forma.
La experiencia de estar en cuerpo es maravillosa, pero no tiene garantías, ni ofrece seguridad.
Para una mente cuadrada basada en el miedo y que le gusta lo conocido, lo que puede controlar, la experiencia de la vida, le puede aterrar. Si lo que en realidad somos es un espíritu, ¡no hay nada que nos pueda pasar! Piénsalo, todo lo que pasa en el mundo material, pasa. Nada es para siempre, todo es temporal y está cambiando todo el tiempo, pero no tiene que ser para mal, sabemos que todos los cambios son buenos y también que el quedarnos estáticos, fijos, sólo nos mecaniza, volviéndonos como robots.
Que hacemos lo mismo todos los días desde que nos despertamos, hasta volver a ir a la cama. Tomamos vacaciones, donde rompemos un poco la rutina, para después regresar a lo mismo, a lo conocido. Quejándonos o sintiéndonos atrapados en la inercia del hábito, olvidando que el mismo camino, nos lleva al mismo lugar y que si queremos cambios, lo podemos hacer nosotros.
Todos queremos mejorar, estar en paz, ser sanos y prósperos! Pero temiendo a las enfermedades, a los asaltos, a las traiciones, etc. lo que acabamos atrayendo es aquello que rechazamos. Todo responde a la vibración y los iguales se atraen. Quizás entendamos esto a un nivel intelectual, pero a la hora de la práctica, parece que no. Si queremos amor, tenemos que vibrar en esa sintonía, si queremos salud, éxito, paz o cualquier cosa, tenemos que estar en la misma frecuencia. Igual lo entendemos con el radio, para poder oír tal estación tenemos que estar en el cuadrante correcto, si no por más que lo queramos, no podremos oír esa estación.
¿Cómo nos ponemos en la frecuencia de aquello que queremos? Primero sabiendo qué queremos, después, pensar que es posible, éste es el Segundo paso y es importantísimo, porque podemos saber qué queremos, pero si no creemos que es posible, nos boicoteamos inconscientemente para que no pase. Tercero, visualizar aquello que queremos, es el famoso «ya me vi». Cuarto, agradecerlo de antemano y Quinto, emocionarnos, como si YA lo estuviéramos viviendo. ¿Te hace sentido? La gente quiere sentirse segura, llenándose la cabeza de información que dan los noticieros y periódicos, que lo que venden es miedo, junto con telenovelas o series, que también alimentan la tristeza, la traición, la incertidumbre y un montón de emociones negativas. Obvio que si vemos ese tipo de cosas, pensamos en eso, hablamos de ello, nos lo imaginamos y vibramos en la misma frecuencia del miedo, cuando lo que deseamos es exactamente lo contrario.
Entonces a cambiar nuestra frecuencia, para que cambie lo que atraemos a nuestras vidas. Inténtalo, verás que es más fácil de lo que crees.
Te quiere Martha