Si bien los temas eróticos y la actividad sexual expuesta no han sido invenciones de la literatura del siglo XX, la prensa, el cine y la televisión se mostraron “recatados” hacia cualquier expresión sexual hasta fechas bastante recientes. Al empezar a evidenciarse, algunas personas se mostraron conmocionadas y otras dieron la bienvenida al cambio. En los próximos artículos exploraremos el curso de los acontecimientos en este terreno.
En principio pudiera parecer que las publicaciones periódicas no son un punto de partida lógico para abrir el tema, sin embargo es preciso reconocer que los diarios han jugado un papel importante en la transmisión -y hasta en la transformación- de la actitud y mentalidad de las personas. En 1948 primero y en 1953 después, muchos periódicos se negaron a comentar los informes de las investigaciones de Alfred Kinsey, mientras que otros dejaban bien claro que estaban en contra tanto del tema de la sexualidad como de sus estudios. Los editoriales al respecto se escribían en un lenguaje evasivo debido a que los propietarios no permitían emplear palabras como “masturbación”, “orgasmo” u “homosexualidad”. Se aludía a la temática sexual, cuando se daba el caso, de manera velada y ambigua, salvo en el caso de la crónica de delitos sexuales, en que a veces se utilizaba el término “violación”.
A mediados de los sesenta, los diarios se volvieron más atrevidos. Así, por ejemplo, palabras como “pene”, “vagina” y “clítoris” aparecieron publicadas por vez primera el 6 de abril de 1966, a raíz de la aparición del libro Human Sexual Response de Masters y Johnson. Al comienzo de los setenta, los diarios hablaban de sexualidad desde todo ángulo imaginable. Incluso las columnas de Ann Landers y de Dear Abby abordaban con frecuencia temas sexuales.
A finales de los 60 surgen publicaciones dedicadas por entero al tema de la sexualidad o que contenían en un lugar destacado, “anuncios por palabras” pregonando servicios sexuales entremezclados con noticias de otra índole.
En 1953, Hugh Hefner -un joven que se inicio trabajando en el departamento de promoción de Esquire y Modern Man, publicó el primer número de la revista Playboy, un éxito editorial que convirtió la inversión inicial de Hefner de 600 dólares en un imperio multimillonario. Conjugando una actitud franca y honrada hacia la sexualidad con fotografías espléndidas y un humor gráfico de primera, Hefner logró atraer la atención ofreciendo una visión “saludable y amena” de la sexualidad. Algunos grupos feministas han atacado a la revista considerando que degrada a la mujer y explota sus atributos, otros consideran que juzgar como antifeminista a Playboy -atendiendo sobre todo al apoyo incondicional que ha prestado al movimiento de las libertades civiles- es un grave error de apreciación. La famosa “página desplegable” del Playboy de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta parece de lo más inofensiva si se compara con las “fotos de entrepiernas” que han inundado docenas de revistas “para hombres” de lujosa presentación.
Las revistas destinadas a la mujer tuvieron su editora de avanzada, Helen Gurley Brown, de Cosmopolitan, quien no se equivocó en augurar los cambios en la década de los sesenta en materia de sexualidad, y empezó a publicar artículos que abordaban la sexualidad desde la perspectiva de la mujer.
Merece la pena mencionar dos eventos en la publicación de revistas. En primer lugar, Playgirl, Viva y otras revistas quisieron repetir el éxito de Playboy, presentando desnudos de hombres, la acogida fue aceptable, pero las ventas no alcanzaron lo esperado. En segundo lugar, revistas de corte feminista -en particular Mrs.- se ocupaban con mayor rigor y profundidad conceptual de los temas relacionados con el género y la sexualidad de la mujer.
Leídas por hombres y mujeres indistintamente, los artículos bien documentados en los medios impresos, han logrado a menudo que la gente ponga en entredicho muchos temas que la sociedad convencional nos ha inducido a aceptar.
Irene Torices Rodarte