Hoy en día somos muchas las madres que trabajamos por necesidad o por vocación. Vivimos en un mundo rodeado de nuevas formas de vida y hábitos que nos han acercado a personas y entornos, pero a su vez, alejado de experiencias y momentos en compañía de los nuestros. Esta innovadora forma de sentir, pensar y hacer es la tecnología. Nos brinda la posibilidad de tener acceso a mecanismos de comunicación inmediata con nuestros compañeros y jefes en el trabajo. Por lo que al ser tan inmediato, nos resulta complejo organizarnos para atender a todos en un mismo tiempo.
Aquí, es donde resulta importante hacer una lista de prioridades. Crear un plan de trabajo día a día se queda corto, precisamente, por la rapidez de los diversos medios, como correo electrónico, redes sociales y el más utilizado y famos whatspp.
¿Qué es recomendable entonces? Para coordinar una agenda, además de tu plan diario, establecer horarios para revisar cada medio, es conveniente. Siempre considerando que, de acuerdo a lo que te dedicas, contarás con un medio primordial del que no podrás despegarte.
En el trabajo es riguroso establecer esos tiempos con tú equipo y tus interlocutores, así como con tu familia y tú círculo social. La tarea de ser madre es una gran responsabilidad en conjunto con tu trabajo y simultaneamente un gran satisfacción y aprendizaje personal.
En nuestra vida laboral, el sentido de urgencia toma mayor relevancia, es por eso que crear una lista de asuntos importantes y urgentes, de aquello que no se puede cambiar y aquello que con nuestro esfuerzo es posible.
El ser madre te da una dimensión diferente de la realidad y te hace más empático con tu entorno, siendo al mismo tiempo más hábil para sentir, comunicar y transmitir.
El ejemplo de una madre en la arena profesional, es el ejemplo más literal de la multifuncionalidad.
Hoy día todos vivimos con el celular en la mano contestando correos del trabajo, tomando decisiones profesionales y logísticas, pero al mismo tiempo revisando los chats masivos de todas las mamás del salón de nuestros hijos, leyendo circulares de la escuela (que no se nos olvide la tarea, el disfraz o los materiales de trabajo para tal o cual proyecto) y organizando sesiones de juego para que nuestros hijos no sean excluidos porque “eres una madre que no coopera con el colegio” o que “no está atenta a las necesidades académicas de los chicos”.
Todo esto nos puede generar un grave sentimiento de culpa, pues en el fondo, no queremos estar expuestas a la crítica masiva, intergrupal, familiar o social.
Lo cierto es que nos hemos vuelto adictos al teléfono y los dispositivos “inteligentes” y son enormes las implicaciones que esto conlleva, pues ya no tenemos ningún pretexto para no enterarnos de la crisis (laboral o familiar) de manera inmediata, lo cuál puede también ser un arma de doble filo. Es por ello que establecer reglas en ciertos momentos de intimidad familiar, es lo que puede cotrarestar esta binomio.
Cuando yo empecé a trabajar tenía 19 años, en ese entonces los correos y los pendientes se quedaban en la oficina. Hoy los cargo conmigo todo el día. El punto central es cómo poder cumplir con todos nuestros objetivos y nuestro proyecto de vida y de familia y ser a la vez empresarias, doctoras o maestras, o cualquier otra cosa que sea nuestra vocación.
No se ustedes, pero yo tengo amigas que quiero y admiro profundamente que son amas de casa y me preguntan a las 10 am si quiero ir de compras con ellas o al desayuno al que irán todas las mamás del salón (si no vas serás criticada sin piedad alguna).
Claro, todas queremos ser madres perfectas con hijos perfectos (por mucho que esto suene a cliché). El asunto es que eso no implica que una no pueda tener además un trabajo y una evolución personal y profesional.
Lo que podemos hacer es dedicarles a nuestros hijos tiempo no en cantidad, pero si de calidad… donde el juego, la supervisión de los trabajos escolares, el desarrollo emocional y el crecimiento de nuestras niñas y niños conviva perfectamente con nuestras responsabilidades en el trabajo. Escuchar, observar y atender.
En otras ocasiones será necesario realizar un duelo de nuestras expectativas y asumir nuestra realidad de madres con gusto y aplomo.
Así, dejaremos en nuestros hijos un sentido de satisfacción personal, un ejemplo de esfuerzo y compromiso con nuestra misión de vida, que a la larga ellos agradecerán… y valorarán.
Ximena Sandino