Este fin de semana se casó mi hermano a quien, por cierto, le deseo toda la felicidad del mundo. Sí, toda para él. Es una de mis personas favoritas y de todo corazón espero que él y mi cuñada la lleven increíble y tengan un matrimonio envidiable.
Y, ya que estamos metidos en este tema, para todas las personas que –como yo- se casaron y se divorciaron ¿alguna vez han sentido el estira y afloje social y familiar? El que tiene todo que ver con este tema… Me explico mejor; la opinión que cada uno tiene acerca de si “debo –o no- casarme de nuevo”.
Dado la ocasión lo amerita, por supuesto que salió el tema y la verdad, las opiniones estuvieron bastante encontradas. Desde el “diviértete, aprovecha” hasta un “bajo ni esquema, te vuelvas a casar”; pasando por “vive con él un buen tiempo y ya luego ves si quieres volver a hacer todo el show”.
Lo más divertido era la cara de sorpresa de muchos, cuando al preguntarme si me volvería a casar, yo respondía: “Sí, ¿por qué, no?” Es decir, no estoy cerrada a la posibilidad, aunque no sea mi objetivo. Tu, que estás en una situación similar a la mía ¿Lo volverías a hacer? ¿Qué tendría que suceder para sí animarte?
Es decir, es un tema de romanticismo, de cumplimiento social, de facilidad crediticia y financiera, familiar o de un largo etcétera. Creo que, independientemente, de si vas por tu primera, segunda, tercera o la vuelta que vayas… sería importante cuestionarte desde qué lugar te casar y/o te quieres casar ¿Para qué? ¿A quién le estás dando gusto realmente, a ti o alguien(es) más? ¿El precio emocional vale la pena?
Con todo esto, no intento desalentarte, simplemente se trata de aprender a cuestionarnos, a hacernos las preguntas –que a la mayoría de nosotros- se nos olvida hacernos al momento de escoger pareja y más aún, cuando se trata de algo “serio y formal” como casarnos. Incluso, en ocasiones –si te pasa como a mí-, este paso lo llevé a cabo; claro que me pregunté… simplemente ignoré muchas de mis respuestas.
Yo creo que casarse es una experiencia padrísima, tiene lo suyo, como toda experiencia supongo. No me arrepiento ni por un momento de haberme arriesgado y aventado como el borras, así como, tampoco me arrepiento de haberme divorciado. Ambas, a la distancia, fueron lo mejor que pude hacer en su momento, dadas las herramientas emocionales que tenía. Creo que las personas, constantemente –lo parezca o no- estamos o de menos intentamos, tomar la mejor decisión que podemos… lo que no significa que a la distancia, con más y mejores herramientas, no note mis errores y aprenda de ellos, en el ideal de los casos.
Así que, esta semana, mi invitación es un diálogo contigo mismo(a). ¿Qué esperas de una pareja? ¿Qué esperas de vivir con alguien? ¿Cómo sería casarte, qué cambiaría y qué se quedaría igual? Y si vas por tu segunda vuelta ¿Para qué sí volver a dar el paso, qué me va a aportar esa experiencia?
Recuerda, no hay respuestas correctas o incorrectas… sólo están las que me muestran lo que es importante para mí y lo que no. En función de esos y de los precios que estemos dispuestos a pagar, tomaremos una decisión. Déjame saber tu opinión, me encanta saber de ti y seguirte conociendo. ¡Linda semana!
Alessi aDi Bari