«Aprendí que el coraje no es la ausencia del miedo, sino el triunfo sobre él.»
Nelson Mandela
Cercanos a una fecha que en verdad me parece encantadora y que hoy se encuentra lejana a nuestra tradición más antigua como lo es: “el día muertos” (tema que abordare en otro momento) vemos el marketing posicionado sobre la ciudad cuando aparecen las múltiples decoraciones haciendo gala del horror y los muchos personajes que hace años marcaron su época de crear sustos.
Vampiros, momias, espectros, brujas, demonios y la moda de los zombis. Llegan a la ciudad y traen alegría al sentir el susto y causar un poco de miedo. De manera inocente y consciente aceptamos las caricias y acercamientos a ese juego de las cosas que nos transmiten ese sentimiento. Todo esto bajo la tela de la diversión. Misma que yo disfruto y que en los últimos años he comenzado a tomarle sabor; pero hay un trasfondo lejano a este aspecto que menciono y aveces parece que los años no pasaron y seguimos jugando ese momento en el que llegaban los padres a invocar al coco, al señor del costal o lo que sea que se inventaban en aquel entonces, para hacernos cumplir lo que ellos consideraban correcto. Ya fuera para comer la sopa o dormirse temprano.
El miedo ha sido un recurso constante para hacer que otros hagan la voluntad de aquellos que imponen el miedo. Y quienes están más cercanos a la verdad pueden manipular el entorno a su favor.
Yo creo sin duda que existen los grupos que tienen enormes intereses en que las cosas ocurran de la manera en que ellos planean las tendencias de nuestra sociedad.
No estamos obligados a nada de forma directa pero las influencias son tan grandes, constantes y sutiles que caminamos hacia donde ellos señalan.
Hablo de miedos que no son tan inocentes como los mencionados al principio de la columna. Hablo del miedo ese que cuando se aleja de ser la manipulación de uno y se aplica de manera colectiva se convierte en terror.
El terrorismo toma forma; aunque también nos ha enseñado la televisión y otros medios que el terrorismo es un ataque con autos que explotan o aviones que tiran edificios enormes. Pero la realidad es que el terrorismo es sin duda una herramienta empleada y de manera muy constante en nuestra sociedad actual.
Desde el temor que manifiestan las muchas mujeres en toda la república mexicana al salir y desear pasar un instante de diversión o el hecho de salir tarde algún día de su trabajo; muchos de aquellos que tienen interés de poner algún negocio que sea un beneficio económico para las familias de trabajadores mexicanos, desisten antes de comenzar por el miedo, no del fracaso en una apuesta financiera, si por el hecho de pagar rentas a la delincuencia o enfrentarse a la misma de forma directa.
Ese miedo que manipula elecciones políticas y frena acciones sociales que podrían ser siempre para nuestro beneficio; ese no es divertido y más aún cuando vemos que se encuentra oculto moviendo estos intereses.
Ellos adoran el miedo, porque ellos crean las ideas del miedo y nosotros las consumimos y así nos hacemos participes del terror.
Temor desde los niños que no aceptan su identidad y su belleza, porque lo que los medios nos enseñan como bello está lejos de ser del mismo color de piel, de ojos cabello o proporciones en cuestión de rasgos físicos hasta temores que silencia el hecho de reportar públicamente las acciones que todos sabemos están en lo incorrecto.
Sé que la respuesta para no caer en ello es fortalecer nuestra seguridad y creer en nosotros y aun que la respuesta es sencilla ponerla en práctica no lo es; pero podemos comenzar por pequeñas acciones y lo primero es nutrirnos del conocimiento de la verdad, practicar el debate y la tolerancia, acercarnos a nuestros miedos personales y pequeños para ir conquistándolos uno por uno hasta enfrentar retos que sean socialmente transformacionales y tal vez más adelante lograr acciones trascendentales.
Todo esto es una constante pues desde mi perspectiva; venimos aquí para ser y no solo para estar. Porque la Vida es Guerra.
Javier Garrido