«La paciencia y el humor son dos camellos con los que se puede atravesar cualquier desierto»
Refrán de los pueblos árabes.
De las pocas cosas verdaderamente seguras que conocemos en este mundo el cambio está entre lo más real y lo más necesario. Debemos aprender que:
La vida es una gama de perspectivas que se unifican en el sonido particular de cada consciencia. Ósea que la vida es a perspectiva; y no hay nada más verdadero que tu experiencia particular sobre ella.
A veces pareciera que todo sigue igual en el mundo que solo vemos por encima de nuestros hombros. Esa perspectiva pequeña, ese nuestro pequeño mundo y entonces…
-Nada cambia- decimos.
Las personas son malas, ambiciosas, egoístas, traicioneras, sucias, etc.
-El país no va a cambiar-, los adultos ya no cambian; inclusive existe el viejo refrán. «perro viejo ya no aprende nuevas mañas» y sin duda estas expresiones tienen repercusiones muy grandes en el inconsciente colectivo. Es triste, doloroso, desgastante y bastante depresivo observar una vida de esta manera. A veces esta perspectiva se confunde con la idea de ser realista o de ser sincero, más debo decir que es una ilusión.
Al ver que todo está en un perpetuo movimiento sin transformaciones o por lo menos no las que deseamos; tomamos como claro ejemplo de verdad nuestras palabras. Queremos un cambio porque el cambio es tan natural y necesario.
El poder que todo lo ve y todo lo sabe; conoce nuestras debilidades, nuestras naturalezas y nuestras necesidades.
Por ello sabemos que:
queremos un cambio en lo político, por eso aún juegan con la utopía democrática.
queremos un cambio en lo económico, por eso aún es rentable una lotería nacional.
Queremos un cambio de salud pero solo hasta que nos dicen que nuestra enfermedad está en una fase avanzada.
Queremos que nuestra pareja cambie ciertos hábitos, sin aprender porque es que esos hábitos nos causan molestia.
Queremos que el mundo cambie, pero que cambie sin nosotros para nosotros y así no ocurren las cosas porque fuera de ti los demás son mayoría. Pero el cambio no solo se enfrenta a él afuera también se enfrenta a tu interior.
Nosotros somos la resistencia a lo que deseamos, eso también está en nuestra naturaleza, hay un acto de valentía en la rebeldía y lo celebramos. Necesitamos esa rebeldía porque también necesitamos sentirnos libres. Y sabemos que es verdad. ¿Quien sabotea tus planes de «dieta»;cuando sabes que has excedido tus márgenes de alimentación y por ello has engordado demasiado? ¿Quien sabotea tus planes cuando deseas emprender un nuevo negoció en tu vida? Y al final no ocurre lo planeado porque generar cambios en nuestra vida exige cambios en nosotros, exige reconocernos, aceptar una valoración y sobretodo sacrificios en nosotros mismos al grado de transformarnos.
Eso muchas, muchísimas veces atrae dolor e incomodidad; tal vez más aún cuando deseamos ver cambios espontáneos, pero aprender que hasta la magia tiene procesos necesarios. Y cuando escuches: -ocurrió como por arte de magia- sabrás que hubo mucho trabajo que otros no observaron o no valoraron en su momento porque en el mundo no existe fragua más mística, ni más objetiva que el trabajo duro cuando se requiere mejorar.
Las cosas podrían ser diferentes si trabajamos duro por el cambio; poniendo los objetivos del mismo a nuestro favor, aprendiendo a fluir con el cambio, restando esfuerzos, lubricando la resistencia. Es así como todos podemos lograr los cambios que buscamos; siendo estos el resultado de nuestro trabajo y nuestra lucha por defender lo logrado. Tampoco es de imaginar que trabajar duro es sinónimo de cero goces. Cuando uno ama lo que hace no hay trabajo que destruya. Aunque a veces él resultado llegue imperceptible el cambio está siempre ocurriendo;
Lento como el crecimiento del césped o las transformaciones en las hojas de los árboles el cambio es constante, su movimiento es continuo y desde lo microscópico hasta lo galáctico inmediato si nos detenemos un poco a respirar podremos notar qué hay un universo que se esfuerza en su existencia y disfruta de existir. Y lo más maravilloso es que todos formamos parte de él.