Hace casi 21 años en 1998 estuve trabajando en la ciudad de Chicago por un verano, yo sabía que iba a estar solo dos meses y después regresaría a Guadalajara a seguir con mis estudios, al poco tiempo llegaron dos personas del estado de México, yo trabajaba 10 horas diarias pero ellos trabajaban hasta 16, un día les pregunte ¿Por qué trabajan tanto? Van a poner un negocio, están comprando una casa, su respuesta fue: vine a trabajar dos años para hacerle su fiesta de XV años a mi hija.
16 horas diarias x 24 meses de trabajo son poco más de 46 mil dólares, casi un millón de pesos que imagino que cuando menos la mitad iban destinados a la fiesta de los XV años, medio millón de pesos en una fiesta de un día. En otra historia aquí en Guadalajara un amigo que es albañil estaba apurado también por la fiesta de XV años de una de sus hijas, la fiesta le saldría en casi 200 mil pesos pero tenían un pacto con varios de sus primos y hermanos; cada que son los XV años de una de sus hijas todos ponen la misma cantidad para completar la fiesta de 200 mil pesos, una especie de tanda quinceañera.
¿Por qué es tan importante la fiesta de XV años?
Los XV años era la presentación en sociedad de una niña que se convertía en mujer, hace 80 años esa presentación significaba que dicha mujer ya podía tener pretendientes y ya se podía casar, y hace 80 años muchas de ellas se casaban antes de cumplir los 18 años, hoy en día que una mujer menor de edad se case es mal visto. ¿Pero que pasa hoy en día con la quinceañera después de la fiesta? Absolutamente nada ¿Si la fiesta es opulenta y lujosa cambiara su futuro? La realidad es que no.
Hoy pienso que con esos 200 mil pesos y la tanda de quinceañeras y los 50 mil dólares de mi amigo de Chicago se puede pagar una Universidad privada de elite que cambiaría el futuro de esas quinceañeras, así como nuestras bisabuelas se casaban poco después de sus XV años y eso hoy en día ya cambio, también podemos cambiar la tradición de gastar cientos de miles de pesos en una fiesta por un fideicomiso para una Universidad.
Nos quejamos por la falta de oportunidades, nos quejamos por falta de dinero para la universidad de nuestros hijos pero si podemos gastar toda su educación universitaria en una fiesta de un día. Tenemos que cambiar nuestras prioridades.
Adrián Gutiérrez
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