En 1821 cuando nació México oficializamos que los colores de nuestra bandera serian el verde, el blanco y el rojo, cada uno con un significado especifico y representando la esencia de la nueva nación y sus pobladores. Así el color blanco representaba la religión católica como única exclusiva y oficial en nuestro territorio.
50 años después comenzamos a dar los primero giros respecto a la tolerancia en este país, el primero fue crear un estado laico y permitir el libre culto, cosa que no estaba permitido en aquellos tiempos en nuestro país, también se instituyeron oficios civiles como el matrimonio, el registro de nacimiento y defunciones, tal situación no fue del agrado de la iglesia y junto con el partido conservador no solo realizaron una marcha, realizaron una guerra, la guerra de reforma que desconocería al entonces presidente Juárez para imponer a un monarca europeo, Maximiliano de Habsburgo.
Al día de hoy dicho por la propia iglesia mexicana, el matrimonio civil heterosexual no es reconocido por ellos, ya que para ellos el único matrimonio valido es el realizado por su institución y al que se le considera un sacramento.
Entonces es cuando comienzo a cuestionar un poco la marcha realizada el sábado pasado, no estoy en contra de que se marche, están en su derecho, e incluso los felicito por hacerla en un día de descanso donde se afectó lo menos posible a terceros, pero si la iglesia no reconoce el matrimonio civil ¿entonces por qué protestar por que el estado amplié el matrimonio a personas del mismo sexo?
El pretexto es la defensa de la familia tradicional, el derecho que tienen todos los niños a tener papa y mamá, se oponen a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, sin embargo mi pregunta nuevamente es, ¿si las parejas heterosexuales adoptaran esos niños, si no los abandonaran, los maltrataran y los dejaran a su suerte, que necesidad habría de que tuvieran que ser adoptados por parejas homosexuales?
El otro debate es que para la iglesia y sus seguidores, ser homosexual es una elección, libertinaje, una enfermedad psicológica, algo que se puede curar y tratar, sin embargo es una condición genética con la que se nace y diversos estudios así lo demuestran, como el de los gemelos donde un 25% de los mellizos es homosexual y un 50% de los gemelos idénticos.
La lucha por cambiar paradigmas religiosos es difícil, en 1956 la iglesia se opuso a que la mujer votara en nuestro país y condeno a las mujeres que promovieron aquel movimiento.
Hoy México nuevamente se enfrenta a un desafío contra la Iglesia, sin embargo no hay que olvidar que existe una separación entre ambos; dar al cesar lo que es del cesar y Dios lo que es de Dios.
La iglesia puede oponerse a aceptar como parte de su militancia a homosexuales, puede negarles el matrimonio y negarles el acceso a sus templos si así lo desea y están en todo su derecho, sin embargo el estado puede, y están también en todo su derecho tener leyes que se oponen totalmente a este tipo de pensamiento y lineamiento, es sano la diversidad y leyes que amparen a todos los ciudadanos, ya quedó lejos aquel 1821 donde la Iglesia formaba parte del estado, la reforma y la guerra cristera, son ejemplos de cómo una marcha se puede convertir en una guerra, esperemos que México y los mexicanos hayamos evolucionado.