Mariana es una mujer espectacular, honestamente lo es en muchos sentidos: inteligente, audaz, preparada y, encima de todo, ¡muy atractiva! Y lo sabe… así que no duda en usar prendas extremadamente ajustadas, escotes, mini faldas, transparencias, tacones muy altos, un maquillaje extravagante y claro, los labios pintados de rojo, porque… pues ¿por qué no usar todo eso si puede lucirlo? Sin embargo, Mariana me contactó por su mala relación con los colaboradores con quienes trabaja en una empresa internacional: “me tienen envidia, inventan chismes y hablan a mis espaldas, no es mi culpa ser bonita e inteligente”.
Gulp…
En efecto, no lo es. Lo que sí es su culpa es no saber sacar provecho de sus atributos. Ella dice que se viste así precisamente para sacarse provecho, yo opino que cuando las decisiones que tomamos no son funcionales y juegan en nuestra contra alejándonos de nuestro objetivo, entonces NO estamos sacando provecho de nuestras cualidades.
El error de Mariana no es querer verse bonita, sino olvidar que las prendas, accesorios y adornos se caracterizan más por su valor simbólico que por el valor funcional y estético. Ella está olvidando el mensaje implicado en lo que elige ponerse cada día y eso, genera una incongruencia que exaspera a sus compañeros: “¿si es tan inteligente, por qué dirige con tanto empeño la atención su físico?, ¿quiere que la valoremos por eso?, y no sólo su ropa, ¡su lenguaje corporal es demasiado seductor!, ¡pero si a la oficina se viene a trabajar no a ligar!” (esos son sólo algunos de los comentarios que recibí cuando les hice una breve entrevista).
¿Te parece lógico? A mí también… Pero, ¡ojo! Antes de juzgar a Mariana auto obsérvate y contesta la pregunta que te voy a hacer, de manera absolutamente sincera:
Por las mañanas, antes de salir de tu casa, ¿te ves al espejo y te preguntas: “cómo me veo”?
Si contestaste que sí, entonces estás corriendo el mismo riesgo que Mariana de no ser tan carismático, agradable, exitoso y querido en tu entorno por un pequeño detalle:
La incongruencia entre tu lenguaje no verbal y el contexto.
Déjame explicarte: usar una prenda, accesorio o adorno solamente porque se te ve bien o está de moda, no lo hace funcional; lo que hace que una decisión en términos de vestimenta sea buena, va más relacionada a las siguientes preguntas:
¿Qué comunico con esto que me estoy poniendo? ¿Qué mensaje estoy enviando?
¿Qué simboliza lo que estoy vistiendo? ¿Qué emociones, recuerdos o asociaciones evoca?
¿Todos los elementos de mi apariencia están enviando el mismo mensaje? ¿Estoy siendo congruente?
¿Estoy en armonía con el contexto en el que me desenvuelvo? ¿Estoy siendo coherente con mi objetivo?
¡Ándale chat@, ahora sí se puso buena la cosa! El reto es verte al espejo antes de salir de casa y hacerte esas preguntas. Claro, también se trata de que te veas bien y que te sientas cómodo con lo que decidiste ponerte, pero ¿cómo me veo? no es la pregunta correcta, al menos no la única que debes hacerte.
Te espero este 1 y 2 de julio en el curso CAUTIVA Y CONECTA para compartirte más herramientas sobre cómo sacarle provecho a tus cualidades con una comunicación no verbal congruente y poderosa: lenguaje corporal, manejo de la voz, carisma, vestimenta y mucho más.
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