El miedo a la falta de luz en los niños y en algunos adultos es muy común, pues lo relacionamos con algo que nos da miedo y el verdadero problema esta en nuestros pensamientos; nos imaginamos cosas que no existen o bien que son perjudiciales para adquirir de una forma natural el sueño y descansar. El miedo exagerado a la obscuridad (nictofobia) ya debe ser tratado por un profesional en psicología pues la falta de sueño y los trastornos de ansiedad afectan severamente nuestra capacidad cognitiva y emocional. Por lo tanto; si se trata de un miedo a la obscuridad “normal” les recomiendo lo siguiente:
- No etiquetes a tu hijo diciéndole miedoso, o algún calificativo negativo.
- No es la mejor opción ponerles artefactos de luz para que no tengan miedo, pues no estamos solucionando el problema solo lo estamos tapando.
- Si tu hijo es muy chiquito le puedes dar un muñeco o manta transicional para que este siempre con ellos durante la noche, así se sentirán más seguros.
- Tampoco utilices métodos traumáticos como dejarlos encerrados sin luz un buen tiempo “para que se acostumbren” pues ellos necesitan la seguridad de que estas ahí.
- Dependiendo de la edad de tu hijo, acércate a el y apaga la luz y ve explicándole el proceso de cómo nuestras pupilas se van adaptando a la obscuridad pues es fascinante y luego prendes otra vez la luz para que vea que nada ha cambiado, que solo es su imaginación.
- Tómalo de la mano y llévalo a lugares sin luz para que vayan explorando con loa demás sentidos; es decir, que toquen, huelan y caminen sobre este espacio para mostrarles la seguridad cuando no hay luz y explícales que no pasa nada.
Lo que queremos evitar es el pánico que puede causar el quedarse sin luz de forma inesperada, pues dicho acontecimiento es muy común. Asimismo, puedes explicarle que la obscuridad no es mala, simplemente es un fenómeno de la naturaleza y utilizamos artefactos creados por el hombre para producir luz.
Ximena Sandino