Todos los que hemos estado en una relación lo sabemos. Una cosa es que mi relación esté pasando por un mal momento, y otra muy diferente que mi relación ya terminó. ¿El problema? Nuestra capacidad para diferenciarlas. Y es que entre la indecisión del que quiere, pero no se sabe ir, y el miedo a estar solo del que no se quiere desapegar, nos cegamos a no aceptar la realidad, quedándonos estancados en relaciones que ya no tienen futuro. ¿Cómo saber en dónde está mi relación?
De acuerdo a la Independencia Emocional, y a mi trabajo con tantas personas que me consultan, hay tres variables definen una relación saludable: el nivel de compromiso, el nivel de romanticismo (conexión) y la sexualidad (intimidad).
Como saber si mi relación ya terminó:
El compromiso. Significa tener los mismos objetivos y luchar al unísono para conseguirlos. Hay temas importantes como dónde vivir, cuántos hijos quieren, cómo manejar las finanzas, temas donde ambos han de nadar en la misma dirección. Cuando hay diferencias importantes en estos temas, si no hay planes de futuro, la relación se convierte en un esfuerzo constante de estira y afloja y se deja de ser un equipo. Un buen ejercicio es reflexionar: Si piensas en el futuro…¿aparece esa persona en tu imagen? ¿Sales tú en la de tu compañero? Si la respuesta es «no» es posible que uno (o ambos) deseen dar marcha atrás o cerrar la puerta.
El romanticismo. La relación es positiva cuando se comparte la misma filosofía de vida, se puede hablar de cualquier tema y hasta estar en desacuerdo. Las palabras de valoración entre los miembros de la pareja es el índice más significativo de felicidad en la relación (apodos cariñosos, frases de admiración, etc.). Observa cómo habla y te hablan, qué piensas de tu pareja cuando está a solas. Pocos pensamientos sobre tu pareja, pocas palabras de reconocimiento, falta de respeto o críticas constantes son un indicativo de que la relación anda en la cuerda floja. Si además hay secretos o mentiras entonces significa que hay fallas en la confianza. Pregúntate si puedes ser tú mismo con tu pareja porque si la respuesta es “no”, entonces definitivamente la conexión está fallando.
La sexualidad. Como pareja se necesitan intercambios de cariño, así como gozar de una sexualidad plena para ambos. Intimar, compartir fantasías, deseos, espacios íntimos donde compartir sentimientos. Uno de los problemas más graves en una relación es empezar a convertirse en amigos más que en amantes. Sea por rutina, comodidad o desinterés a la pareja y la muerte de la pasión lleva a que se congele la relación. Es importante tocarse, desearse y amarse y no sólo con el cuerpo sino con el corazón. No hay nada más gratificante que amar y sentirse amado, desear y sentirse deseado. La falta de besos, caricias y el rechazo es un foco rojo que hay que atender. Pregúntate si estás satisfecho con la sexualidad entre tú y tu pareja o sientes que podría ser mejor.
Si alguno o más de alguno de estos tres elementos están presentes, debemos hacer un alto y revisar la relación. Hablar con tu pareja, expresarle lo que sientes y (de ser necesario) pedir ayuda profesional es el camino más recomendado para salir adelante. Lo último que quieres es pasarlo por alto, pues la ruptura en las relaciones se da como la humedad: de una forma tan sutil que sólo te das cuenta cuando ya está muy impregnada. Hay personas que tratan de justificar la falta de estos tres componentes como significado que la relación anda mal. Está bien, es normal no querer aceptar lo que duele, por ello, si a pesar de evaluar estos tres componentes, aun dudas que tu relación esté mal, entonces escucha a tu corazón. El se da cuenta mucho antes que nuestro cerebro que las cosas no andan bien.
¿Qué hacer si la relación se acabó?
La mayoría hemos terminado dolorosamente alguna relación. Lo que marca la diferencia en cómo lo sobrellevamos es la autoestima de la persona. Y no importa si eres al que dejan o el que ya no quiere estar, la tortura de estar donde no se desea, la angustia por el rechazo y la pérdida de autoestima que ambos experimentan, pueden convertirse en un infierno emocional muy difícil de sobrellevar. Por ello, la solución es simple: si eres al que quieren dejar, levántate, recoge tu dignidad y deja ir a tu pareja. Pero por el contrario, eres el que se quiere ir, levántate, asume tu responsabilidad y deja seguir adelante a tu pareja. “¿Pero no vale la pena sacrificarse por amor?”-me preguntan algunas personas. Nunca a costa de la autoestima ni de la salud. No hay beneficio emocional en ser víctimas o mártires, y a veces lo que más duele no se resuelve con un beso sino con un adiós. Es hora de preguntarte si es hora de despertar y luchar por tu relación o si es momento de darle next! y seguir adelante. Lo más importante es que tu corazón no se quede donde no es valorado.
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