No sólo los millenials, todos luchemos por un México mejor


¿Egocentristas?, ¿apáticos?, ¿liberales? Éste era el concepto que la sociedad en general tenía de los millenials hace apenas unas semanas. El panorama cambio, las etiquetas se borraron, el concepto se modificó y nos comimos nuestras palabras.

Cuando la tierra se cimbró y se abrió, cientos de personas en un abrir y cerrar de ojos simplemente, ya no vislumbraron la luz del día. Dejaron de hacer lo que es una función tan natural, lo que no percibimos como una bendición cotidiana: respirar.

Las calles comenzaron a llenarse de un ejército civil, que no tenía otro objetivo que ayudar. ¿Cómo?, ¿con qué? o ¿dónde? no importaban. Las tareas variaban y podían ser desde inspeccionar que nadie entrara sin casco, que no se fumara en la zona de riesgo, cargar cascajo, hasta hacer sándwiches para el ejército, los brigadistas, la marina. Recolectar víveres y las inclemencias del tiempo o el cansancio, no fueron limitantes para seguir luchando, seguir gritando sin palabras que la vida la merecemos todos.

No se buscaba beneficio propio, se buscaba salvar vidas y volver a ver nacer a personas que habían quedado sepultadas tras los escombros.

Se trató de ser empáticos, y brindar alimento, comida, herramientas, ropa a las personas que ahora lo requerían.

Como hace 32 años no se realizó ninguna convocatoria, no se realizó ningún llamado, los jóvenes acudieron a los lugares de desastre por pie propio. La adversidad, las catástrofes hacen unir al pueblo, apoyarnos el uno al otro para impulsarnos y llegar más alto de donde nos encontrábamos.

Y no, no es una onda generacional, se llama humanidad, empatía. Las redes sociales dejaron de convertirse en una egoteca para transformarse en cadenas de ayuda, en donde segundo a segundo se actualizaba la lista de herramientas, despensas, zonas para apoyar, lugares en donde se necesitaban manos, brazos frescos.

Un joven siempre estuvo presente, las listas de espera para los relevos eran interminables, no había necesidad de rogar, las buenas intensiones, las buenas vibras se sentían minuto a minuto.

Te pone la piel de gallina , enfrentarte a un pueblo, que organiza de la manera que sea ya sea donando, acercándose a los puntos críticos para regalar su fuerza, regalar juguetes, leer cuentos, hacer comida caliente, inspeccionar edificios dañados, las profesiones son obsoletas cuando lo único que te manda es el corazón.

El hambre, la lucha , la fuerza, la unión es de lo que estamos hechos los mexicanos, somos valientes por naturaleza, luchones, no nos doblegaremos ante ningún escenario. No lo hicimos ayer, no lo haremos hoy, no lo haremos mañana.

Por que México es fuerte, y de esta nos levantamos.

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