«Primero construye la autoestima de tus hijos y después construye tu casa».
Hoy quiero compartir con ustedes lo mucho que significaron estas palabras para mí. Estoy convencido que cómo hombre, nuestro deseo de tener una casa única, el coche cómodo y todo esos bienes que nos hacen sentir que estamos avanzando como profesionales, es indispensable para poder ser más que sólo un individuo. Sin embargo, cuando escuché esta frase entendí varias cosas que debía ejercer como padre (profesión para la que no estudié), y de la que depende el buen desarrollo de los hijos.
Primero, la importancia de dividir mi tiempo. Por nuestra esencia masculina, el trabajo y/o éxito profesional se convierten en un porcentaje alto de nuestra vida. Me di cuenta que hay que buscar un equilibrio entre lo que yo quiero darle a mis hijos y el tiempo que ellos me necesitan, éste último no se sustituye con nada. El mirarnos el uno al otro, tomar su mano, reír a carcajadas, escucharlo, abrazarlo o sólo estar cerca; es imposible de reemplazar. Y para ellos significa auto afirmación y seguridad.
Lo segundo que comprendí es que la paternidad hay que ejercerla a diestra y siniestra y aprovechar lo que somos para nuestros hijos durante sus primeros 12 años de vida. La adrenalina que genera el trabajo nos impide ver muchas veces lo que dejamos de hacer con nuestra familia. Y para que ellos puedan enfrentar la vida, saber que nuestro corazón les pertenece a través de nuestro contacto es de vital importancia.
El tercer punto que rescaté fue crear espacios de convivencia tanto como familia nuclear como con los abuelos, primos y tíos. La autoestima se construye de forma individual, sin embargo el niño aprende con el ejemplo y cuando puede superar al inicio pequeños conflictos, luego superará los más grandes. Nosotros como padres tenemos que estar prestos a entender qué sienten, qué necesitan y qué deben fortalecer; no para satisfacer lo que no han logrado sino para acompañarlos a superar sus limitaciones, para reforzar valores y autoafirmar tu presencia y tu amor.
Una autoestima sana es la mejor herramienta que le puedes dejar a tu hijo, y no se construye con regalos y bienes materiales. Los niños que se sienten bien con ellos mismos son capaces de manejar mejor las adversidades y resolver tensiones. Tu hijo necesita tu presencia para saber que está acompañado, no para que le resuelvas sus necesidades. Construir la autoestima es igual a crear unión y fusión entre dos seres que comparten una casa.
Hasta la próxima.