Recordemos que el duelo no es una enfermedad, el duelo es una reacción natural que ocurre cuando tenemos una pérdida, ya sea por la partida de un ser querido, ante la pérdida de un objeto o ante un divorcio. sea lo que sea que hayas perdido, al final el duelo (un dolor) es una batalla de emociones. Un duelo (como ya lo he comentado anteriormente) es en griego una batalla. Una batalla de emociones, que a veces nos es difícil controlar.
El dolor producido es total, es un dolor físico, porque duele el cuerpo, es un dolor psicológico, porque duele la personalidad, duele la familia, porque nos duele que sufran nuestros seres amados y nos duele el dolor de otros, y es espiritual porque nos duele el alma, un alma que sufre porque el otro partió.
Es muy importante reconocer que también ante un duelo pasamos por muchas etapas en esta batalla de emociones:
- Shock.
- Negación emocional.
- Protesta.
- Tristeza y pena.
- Nuevos vínculos.
- La nueva búsqueda de posibilidades interiores para un nuevo significado de tu vida.
- Aceptación.
Saber que la ayuda terapéutica se debe dar a toda la familia, a toda persona que esté pasando por esa pérdida, a toda persona que reconozca que necesita una ayuda externa, porque ella sabe que no puede sola, y yo siempre les digo, la ayuda tanatólogica es preventiva, no requerimos estar pasando por una pérdida para conocer que necesitamos un entrenamiento para vivir y existir.
Hay factores que determinan la respuesta a la pérdida:
- Nivel de apego.
- La edad.
- Características de la pérdida.
- La personalidad.
- Disponibilidad de apoyo social-familiar.
- Nivel de comunicación entre familiares o amigos y viceversa.
- Problemas que suceden al mismo tiempo.
Algo muy, pero muy importante ante un duelo y cuando acompañes a alguien en este proceso es nunca hacer o decir lo siguiente:
«Tienes que olvidar, mejor así, dejó de sufrir, el tiempo todo lo cura, manténte fuerte por los niños, es la voluntad de Dios, es la ley de la vida».
Nunca le impidas que no llore, lo que más necesita es hablar y llorar. Evita frases como: «deja de llorar te va hacer daño» o «deja de llorar no lo vas a dejar descansar». No permitirle llorar porque el tiempo le ayudará a sobreponerse, no es opción.
Nunca pretendas darle consejo, o dar el pésame, sólo escucha, abraza, ama. Con un abrazo fuerte, esa persona comprenderá y sentirá tu apoyo, más que esta frase: «¡Estoy contigo¡» o «¡lo que necesites!». Porque ¿de verdad estarás ahí para lo que necesite?
Así que antes de decir cualquier cosa ante una pérdida, cuando acompañes a alguien en este proceso de duelo (en esta batalla de emociones) recuerda: no hables de más, sólo acompaña, entendiendo también que cada persona reacciona de manera diferente ante un duelo.