Me estoy empezando a dar cuenta, que en gran parte de mi vida, siempre he cuidado a las personas de mí. Hay una parte de mí que lo siente ridículo, sobre todo cuando lo digo en voz alta o lo admito. Hace poco me di chance, justamente, de soltar y de liberar a este «perro rabioso»; sentía que iba a golpear a alguien, que iba a salir mentando madres y sin volver a ver a nadie.
Lo deje salir porque me estaban ayudando en un proceso de introspección. Ya llevábamos buen rato, incluso pensé que quería irme, pero aguante y me di chance de estar enojado, por mi cabeza pasaba si estas personas son mis amigos, mi familia y personas que se dedican a la terapia, vamos a ver si pueden conmigo.
Lo sé, lo sé. Hay un parte que suena egocéntrica, megalómana: el » yo tan grande quien va poder conmigo».
Pero bueno me enojé, grité, mente madres… y nadie murió, no hubo la gran masacre que había estado evitando. Ni gente golpeada, ni nada. Me sentí tranquilo, en paz; enojado, pero calmado (si es que eso es posible).
Me di cuenta qué tal vez no soy lo peor que este planeta tenga. Y aunque lo fuera siempre va haber alguien mejor que tú, ¿no?
Tal vez en el fondo todos tenemos remedio, tal vez no somos tan malos, tendremos que checar ,¿no?