No importa si decidieron casarse o simplemente vivirán juntos, lo primero que deben hacer, incluso antes de desempacar es repartir las tareas de la casa. Tal vez te parezca exagerada nuestra postura, pero créenos, hacerlo, te ahorrará muchos enojos y dolores de cabeza.
De entrada, hay que dejar claro que ya no vivimos en el siglo XIX y que de ninguna manera es tu obligación limpiar, lavar, planchar, cocinar y demás labores que se te ocurran. Si ambos viven en esa casa, es responsabilidad de ambos realizar esas tareas.
Pero… ¿cómo organizar las labores domésticas?
Lo más sencillo sería dividirlas 50-50; sin embargo, deben considerar sus horarios de trabajo y habilidades. Si tu pareja jamás ha cocinado y sale a las 19:00 horas de trabajar, sería ridículo esperar que llegue a la casa, después de una hora en el tráfico, y se ponga a preparar la cena, ¿no? Sobre todo, si tú estás ahí desde las 17:00 horas.
En todo caso, será mejor si:
- Lista. Anoten en una hoja todo cuanto debe hacerse en casa. Desde barrer, tender las camas, hasta comprar la despensa y pasear al perro.
- Habilidades. ¿Qué se te da mejor, barrer o cocinar? ¿Tu pareja domina la plancha a la perfección?
- Compromiso. Es súper importante que se comprometan a que, pase lo que pase, harán las tareas que les corresponden. No se vale decir: estoy cansada hoy no lavo.
- Aprendizaje. El hecho de que no sepas cocinar no quiere decir que te no puedas aprender. Aprovecha las dotes culinarias de tu pareja y pídele que te enseñe. Seguramente, encontrarán la manera de hacer que las lecciones sean divertidas. Ojo, como es importante que los dos sepan hacer todo, pueden intercambiar conocimientos. Así no se les cerrará el mundo cuando el otro se enferme o tenga que salir de viaje.
Recuerda que la división de tareas puede cambiar con el paso del tiempo. No te cases con la idea de que deberás cocinar todos los días de tu vida o que jamás tomarás una plancha.