¿Tu hijo tiene el control de la casa? ¿siempre está a la defensiva, es agresivo, ansioso y nunca lo tienes satisfecho con nada? quizá tenga el síndrome del emperador.
La falta de atención hacia los hijos, la ausencia de afecto y el exceso de trabajo han hecho que las responsabilidades absorban el 99.9% de tu tiempo. Convirtiendo a los adolescentes en personas hermitañas, que se la pasan en las redes sociales, internet y no desarrollan otro tipo de habilidades.
Un síndrome que está siendo cada vez más común: el síndrome del emperador. Este síndrome se caracteriza por la actitud desafiante, retadora hacia los padres. Poniendo en tela de juicio y en duda su autoridad dentro del hogar.
¿Qué es el síndrome del emperador?
Es un síndrome de autoridad que desarrollan los adolescentes. Consiste en el maltrato de los hijos hacia los padres no necesariamente con golpes, usando la violencia psicológica y verbal.
Perfil del emperador
- Adolescente varón de 11 a 17 años
- Hijo único
- Clase media-alta
Características
- Insensibilidad emocional
- Poca responsabilidad ante el castigo
- Ausencia de apego y afecto hacia sus papás
- Autoritario
- No desarrolla sentimiento de culpa
¿Cuáles son las razones?
Los factores que influyen en el desarrollo de este síntoma pueden ser familiares, genéticos y ambientales.
Cada día es más común este padecimiento y suele surgir por:
- Sobreprotección por parte de los padres
- Ausencia de autoridad
- Falta de afecto
- Predisposición genética
¿Cómo lo puedo detectar?
Si tu hijo tiene alguna de estas características, estás a tiempo para llevarlo con un especialista y que reciba la atención oportuna para que este síndrome no avance y tenga consecuencias peores en un futuro.
Una opción es la terapia familiar, o un psicólogo.
Existen 3 elementos claves que te van a ayudar a detectar con mayor facilidad el síndrome y tomar cartas en el asunto:
- Les cuesta mucho trabajo desarrollar emociones morales (empatía, compasión, amor).
- Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos.
- Conductas habituales de desafío hacía sus padres o hacia las personas que se encuentren alrededor de su entorno.
Date el tiempo de convivir con tu hijo, compartir momentos, salir a comer o hacer algún pasatiempo juntos: fútbol, ir al cine o andar en bici. El simple hecho de que te incluya en tu vida y te cuente sus cosas te hará darte cuenta si algo anda mal con él.
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