¿Qué nos aleja de nuestras metas? Yo estoy convencida de que es la falta de voluntad. Acabo de leer la nota de Lorena Ramírez una mujer rarámuri que ganó el ultramaratón este pasado 29 de abril en Puebla. Con sus 22 años de edad, sus huaraches de suela de llanta, su falda, una gorra y una botella de agua corrió por más de 7 horas para ganar 6 mil pesos. Que seguramente para ella eran mucho dinero.
Me pongo a pensar en esas veces que me quedo en mi cama haciendome wey esperando que se me pasen las ganas de ir a hacer ejercicio. O inventando cosas como que no tengo el outfit necesario o que las condiciones del clima no son compatibles con esta loca idea de ir a correr. Mientras yo me invento pretextos, hay gente que sí hace las cosas.
¿Qué pasó con todas esas metas que tenía de adolescente? ¿Qué pasó con los sueños y los planes que tenía para cuando cumpliera los 30, 40, 50? Creo que ya los recorrí a cuando lleguen los 60, ¡claro!, si es que llegan porque con esa actitud quizá ya me morí y no me he dado cuenta.
Entre la distancia de ponernos un propósito a cumplir la meta pueden pasar dos cosas: Circunstancias de la vida y Decisiones personales.
Las “circunstancias de la vida” llegan sin avisar. Son eventos que parten tu vida en dos como la muerte de alguien, un accidente, un desempleo, un divorcio o esas pérdidas de las cuales nos cuesta mucho salir. Y recuperarse de esto para retomar nuestras metas requiere de valor, esfuerzo y mucha voluntad. Admiro a todos los seres humanos que se han fortalecido en las batallas que la vida les ha puesto como prueba, con una resiliencia impresionante.
Sin embargo la otra cosa que se nos atraviesa son las “decisiones personales”. Y ahí es donde la podemos “fecalizar” como diría un querido amigo mío. Dejar la escuela, embarazarnos cuando no estamos preparados, hacerle caso a tu mejor amigo de lo que deberías de hacer, mandar a volar al amor de tu vida por una tontería, casarte con quien no amas, estudiar lo que no te gusta por quedar bien con tus padres, no cantar, no bailar, no reír, no gozar…. En fin, todas esas decisiones poco inteligentes que no solo nos alejan de las metas sino que nos hacer perder un tiempo valiosísimo.
OK, no te lo dijeron antes, ya perdiste el tiempo pero la meta, ahí está. Quizá se modificó un poco pero la cosquilla en el corazón ahí está. Regresa. Alinéate y ocupa toda tu voluntad para lograr esa meta que te convertirá en un mejor Tú. No gastes tu energía buscando pretextos. No desaproveches la bendita oportunidad de tomar decisiones inteligentes a tu favor y por supuesto a favor de los demás, porque una persona realizada y feliz, mejora el paisaje e ilumina la vida de los demás.