Disque muy mileniales y muy tecnológicos, pero después de todo no somos tan distintos a nuestros ancestros de las cavernas en la manera en que nos comunicamos. Déjame que te explique…
Nuestros tataratataratatarabuelitos que vivían en las cuevas, se comunicaban entre sí a través de dibujitos tallados con cinceles o pinceles improvisados y pintura, en su mayoría vegetal; a estos dibujitos les llamamos “jeroglíficos”. ¿Ya te acordaste? Básicamente a través de ellos expresaban y desahogaban sus emociones: alegría, ira, tristeza, miedo, etc; también los usaban para documentar sus descubrimientos, pensamientos y aquello que aprendían con el fin de poder dejar dicho legado a futuras generaciones. Quedaban ahí tatuados en la tierra para la posteridad.
¿Ya te habías dado cuenta que eso es exactamente lo mismo que hacemos hoy a través de las redes sociales?
Nada más que en lugar de jeroglíficos, hoy les decimos “emoticons”, “memes”, etc. Incluso, habría que recordarle a varios de nuestros jóvenes que detrás de sus jeroglíficos actuales del estilo: “ola ke ase”, “aki nomás”, “t kiero”, “nunk kmbies xfis”… existió alguna vez una lengua romance elegante y profunda.
Pero bueno, muy en el fondo, aunque ya no escribimos con cincel en los muros de las cuevas; lo hacemos a través de teclas en los muros digitales de nuestras redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter, etc. Precisamente con los mismos fines: desahogar nuestras emociones, compartir lo que nos sorprende, hacer alarde de nuestros descubrimientos, filosofar sobre la vida, etc. Y, valga la comparación, hay que empezar por recordarte que todo lo que subas a estos muros digitales quedará también tatuado para la posteridad, todo eso hablará de ti cuando te mueras; pero lo más importante es que TODO ESO habla de ti ahora que estás con vida, y tu manera de utilizarlos puede ser determinante en las decisiones que los demás tomen sobre: contratarte para ese trabajo, comprarte ese producto, contratar tu servicio, darte una primera cita, o no. ¡Así que aguas!
Aquí te dejo algunas ideas que ayudan sobre lo que debes cuidar al “postear” algo en las redes:
1-. Una de las máximas de la mercadotecnia y la publicidad es: “proyección es realidad”. Esto quiere decir que no importa qué tan maravilloso creas que eres, si no eres capaz de proyectarlo y que los demás lo perciban, entonces no lo eres… O al menos no en la realidad social en que todos necesitamos de todos para alcanzar nuestros objetivos, y que para conseguir esas alianzas necesitamos hacer sentir a los otros que valemos la pena, que somos honestos, que somos confiables. Nuestras redes hablan de nosotros y sientan el precedente de lo que la gente va a encontrar cuando nos conozcan, de esta manera crean prejuicios y expectativas positivas o negativas. Así que si eres de los que “postean” lo desgraciados que son en esta vida, si utilizas las redes para desahogar sentimientos negativos, ¡no lo hagas! ¿Quieres otra razón? Lee el siguiente punto.
2-. Está comprobado que a la gente le gusta estar cerca de gente feliz. Ojo, no dije “exitosa económicamente” o “con un gran puesto” o “con el abdomen marcado y músculos de Schwarzenegger”, dije FELIZ. Y como dato curioso, México ocupa el puesto número 16 de los países más felices del mundo, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU). Así que si no tienes nada feliz que expresar, mejor muérdete la lengua y no postees, porque tus amigos podrían querer dejar de ser tus amigos si lo único que obtienen de ti cada vez que actualizan sus redes son quejas y lamentaciones. Esa estrategia de “voy a hacer que la gente se acerque a mí aunque sea por lástima” resulta patética, mejor provoca que se acerquen a ti por admiración, respeto o por el simple gusto de disfrutar la vida junto a alguien que sabe hacerlo.
3-. Si te sientes triste, ¡acude con un amigo! ¿Te acuerdas de esos tiempos en los que solías desahogarte con tu mejor amigo, amiga o compa en un café o en una conversación telefónica de horas? Numerosos psicoterapeutas y psicólogos dicen que una de las principales causas de depresión hoy en día es que esta práctica se ha perdido y que, quienes tienden a desahogarse en redes en lugar de hacerlo con personas de carne y hueso, desarrollan mayor propensión a la depresión.
4-. No confíes demasiado en el DELETE ni en la posibilidad de eliminar los textos e imágenes que subes en las redes. Así como los jeroglíficos quedaban tatuados en la tierra, lo que subas quedará tatuado en la red. Una vez publicado, el contenido deja de ser de tu propiedad ¡aún cuando lo borres! De hecho, organismos de investigación y algunas compañías de recursos humanos recurren a redes como FB para tener acceso a lo que ya borraste y, como diría el lobo de Caperucita Roja: “verte, olerte y oírte mejor”.
¡Hasta la siguiente semana! Por cierto, ¿ya me sigues en las redes sociales? ¡¿Qué demonios esperas?!