¡Quiero matar a mi vecina(o)!

Yordi Rosado

Seguro alguna vez (o muchas veces más)  has  pensado en querer matar a tu vecino(a), jefe, compañero de trabajo, familiar. La realidad es que existen momentos que una mala contestación, una agresión, una mala cara o  una discusión, hacen que tu película de «Mi pequeño Pony en el mundo de caramelo«, se convierta en «Pesadilla en la calle del infierno 2«.

Normalmente cuando te cruzas con esa persona, sientes un hoyo en el estómago, se te eriza la piel, desvías la mirada para no verla directamente (aunque esté parada a 15 centímetros de ti) y cierras la boca como si te la hubieran sellado con 15 puntadas un socorrista practicante de la cruz roja. La verdad es una sensación horrible que lo único que hace es lastimarte y generar un reacción negativa en ti cada vez que se da el maléfico encuentro.

Ésta mala química sólo nos hace daño, nos desequilibra, nos cambia el humor del día e inclusive nos enferma.

¿Alguna vez has escuchado sobre cambiar la química de algo?

Pues funciona impresionantemente bien.

Cuando tú le aplicas fuerza positiva a la negativa reduces la tensión e inclinas la balanza para mejorar las cosas .

Recuerdo que alguna vez le dejamos de hablar a nuestro vecino por no sé que tontería, (creo que  un día en una junta de vecinos – salón de la justicia del chisme – no apoyó a mi esposa en «x» punto e inclusive hubo un poco de mala vibra; ella me platicó posteriormente y generó la famosa y temida herencia negativa conocida como: -» a partir de ahorita no le hablamos al vecino»-), así nos aventamos como año y medio, sufriendo la agonía que el predio de a lado te puede generar.

Un día decidí cambiar esa química  y que se me ocurre saludar… ZAS!!!

Casi se me va de espaldas el vecino !! Ya estaba acostumbrado a hacer la carota y desviarme la mirada; no supo que hacer, fue tan repentino que se quedó callado y se subió a su coche con una cruza de intriga y sorpresa (seguramente pensaba: ¿lo dijo o lo aluciné?).

La segunda vez que lo vi, era él el que estaba medio buscándome la cara, cuando lo saludé y confirmó sus suposiciones, me saludó de regreso… la química cambió completamente, bastaron dos  saludos sencillitos para terminar con año y medio de hechizo.

La tensión bajó, nos sentíamos mucho más tranquilos cuando nos topábamos; tampoco te voy a decir que nos fuimos a echar unas chelas y unas alitas al Hooters como grandes cuates; pero definitivamente esa mala química cambió y nos hizo sentir mucho mejor – a los dos-. A la siguiente semana fue él el que saludó a mi esposa y ella le regresó el saludo; puede parecer algo muy sencillo pero realmente nuestros días comenzaban muy distinto al tener un inicio positivo y no la jetota y tensión mañanera .

Todos nos hemos dejado de hablar con un compañero de la oficina porque nos delató en una junta general , con un familiar que evitamos saludar a toda costa en las reuniones , con un amigo que nos hizo «algo» o con una mejor amiga que la cachaste hablando de ti. Parecen cosas sencillas pero a la larga nos hacen más daño del que crees.

Nada te asegura que el vecino te vaya a volver a hablar, pero el simple hecho de que tú lo hagas cambia completamente tu sensación. El balón pasa a la otra cancha.

Alguna vez en una conferencia hice un ejercicio para comprobar esto, le pedí a los asistentes que le mandaran un mensaje de texto a algún familiar o amigo con el que estuvieran peleados, pero que en este mensaje NO reclamaran nada, únicamente dijeran algo bueno que saliera del corazón, los mensajes fueron frases como:

  • «Sé que hace mucho tiempo que no nos hablamos pero te extraño».
  • «Perdón, sé que hice mal, espero que estés bien».
  • «Hemos perdido mucho tiempo, cuando quieras me encantaría verte».
  • Estuve mucho tiempo lastimada, pero hoy recordé lo bien que siempre la pasamos, un abrazo».

No te imaginas las respuestas de la mayoría de estos mensajes, ¡fueron impresionantes! y muchos de los asistentes terminaron inclusive llorando de las respuestas tan positivas. Obviamente hubo gente que no recibió en ese momento (o en algún otro) contestación , pero te aseguro que cambió la percepción de la otra persona y la hizo pensar (como el vecino  que no me contestó el primer día, pero me buscaba la cara).

En varias ocasiones he escuchado que las situaciones negativas no las elegimos nosotros, pero si la forma en que las enfrentamos.

Está en nosotros cambiar la química de algo que parece muy ligero y que a la larga puede pesarte más de lo que te imaginas.

Quizá poder saludar al vecino o pedir perdón sin esperar necesariamente una respuesta, pueda mejorar mucho más de lo que imaginas tu vida.

¿Tienes alguna situación donde te gustaría cambiar la química?

¡Anímate!

Suerte,

Yordi Rosado.

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