Algo que me pasa muy seguido es que cuando algo no sale como lo había planeado o pensado, me entra un gran terror. Mi miedo, el cual considero un gran recurso, es magnificado a tal punto que pienso que lo que sea que esté pasando nunca jamás tendrá una solución, y me da mucha ansiedad. Pánico.
En mi trabajo y en mi propia vida he encontrado que cuando estoy sintiendo ansiedad tiene que ver con que no estoy queriendo contactar con mi miedo, y una de mis formas favoritas de hacerlo, paradójicamente, es buscando y pensando cosas para aterrarme, porque si estoy en el terror y en el pánico, en realidad, ya no estoy en el miedo. A esto que hago, una amiga muy querida le llama “mis telarañas”. Típico que me encuentro un nuevo lunar en la espalda y entonces entro a Internet y busco síntomas de cáncer de piel, o mi consulta empieza a bajar y me da miedo, y entonces empiezo a imaginar que ya no podré pagar la renta y mis gastos… y entra el pánico.
El pánico sirve para no vivir el miedo, es más bien como estar en la exageración y en la obra de teatro que en la emoción. Las telarañas son esas ideas, pensamientos y cosas que hacemos para darle de comer al miedo y que se transforme en pánico.
Hacer algo distinto tiene que ver con darte permiso de tener miedo, es normal y es útil, si no tuviéramos miedo moriríamos porque no nos cuidaríamos. Escuchar a nuestro miedo nos muestra eso que valoramos, eso que nos asusta perder y eso que queremos. Si lo vemos, si lo escuchamos, en lugar de construir telarañas, podemos ser valientes y con todo y el miedo y usándolo a favor, ir por aquellos que queremos: una mejor salud, una mejor economía, relaciones más profundas, etc.
¿Cuáles son tus telarañas más recurrentes?