Todos tenemos un amigo de alma hippie, bohemio y relajado, que casi nunca tiene prisa, que evita protestar y hacerla de pleito, que generalmente es tranquilo y pacífico, y parece vivir contento con lo que tiene y no ambicionar mucho más en la vida. A él lo llamaremos el Amigo A. También tienes ese otro que ha cosechado éxitos a base de esfuerzo, trabajo y disciplina, y quizá también un poco de carisma personal, que tiene una agenda ocupada, está metido en mil negocios y al cual definitivamente podrías describir como un hombre o una mujer de acción. Este es tu Amigo B.
Ahora bien, ¿Cuál es la diferencia entre tu amigo A y tu amigo B? A continuación te explico:
En el mundo existen dos tipos de personas: las que fluyen o muestran alta capacidad de adaptación a la realidad, y las que influyen, o tienen gran capacidad para transformar la realidad. Ambas son habilidades de supervivencia, aunque una no es mejor que la otra, y de hecho ambas son necesarias de aprender, éstas dos maneras de funcionar en la vida, llevadas al extremo pueden meternos en problemas.
Las personas que fluyen…
Tienen la gracia y la incertidumbre de un barco de papel. Este rasgo puede ser positivo cuando se hace desde una paz interna de aceptación de la realidad y de gozo por la vida. Se vuelve un rasgo que actúa en contra de la persona cuando el fluir se convierte en la inacción, la pasividad, la conchudez, la pazguatés, la comodidad, o la pérdida del poder personal que convierte a una persona en víctima… sí, esas personas que se convierten en víctimas de las circunstancias, y a las que las cosas “les pasan” pecaron de fluir en exceso; se les olvidó que ellos tienen el timón de sus vidas, y simplemente se dejaron arrastrar por la corriente.
Puedes identificar a las personas que fluyen por que…
- Prefieren no hacer planes y dejar que la vida los sorprenda, les gusta la improvisación y encuentran motivante volar hacia donde los lleve el viento.
- Sufren muchísimo menos de estrés y tienen mayor capacidad para relajarse.
- Muestran gran capacidad para acoplarse a lo que hay.
- Podrían parecer dispersos, poco comprometidos o conformistas.
- Tienden a postergar o evadir sus responsabilidades con mayor facilidad.
- Evitan los conflictos y las confrontaciones, o piensan que se resolverán solos con el tiempo.
- Tienden a creer más en el destino y en la suerte.
- Pueden carecer de ambición o sentirse culpables si la tienen.
Las personas que influyen…
“Si va a ser, depende de mí”, es lo que piensa una persona que influye. ¿en qué influye? En el medio, para transformarlo y obtener de él lo que busca. A las personas que estamos más en este polo, nos cuesta trabajo adaptarnos a lo que hay, y tendemos a querer controlar el entorno para cambiarlo. No creemos en el azar ni en la buena fortuna. Creemos que para lograr algo hay que tener un objetivo claro y hacer algo. Es decir, influir hasta donde podamos, en el resultado que queremos. Llevada al extremo esta habilidad puede convertir a un influyente, en un controlador, prepotente, obstinado, obsesivo y enfocado a lograr lo que se propone sin importar lo que haya que hacer para llegar ahí.
Puedes identificar a las personas que influyen porque…
- Son personas de acción, orientadas a resultados que casi siempre logran lo que se proponen.
- Aman hacer planes, definir estrategias, resolver problemas e iniciar acciones para cambiar una realidad que no les parece suficientemente buena.
- Pueden presentar altos grados de estrés y ansiedad, preocuparse demasiado por el futuro o por el ahorro de tiempo y recursos.
- Podrían parecer impositivos y mandones, rígidos e inflexibles.
- Podrían aparentar tener siempre prisa o muchas cosas que hacer.
- Muestran mayor autoconfianza en sus habilidades para resolver problemas o lograr lo que se proponen.
- Les cuesta trabajo entregarse a lo desconocido, a lo nuevo, a lo que no pueden controlar.
- Tienden a querer cambiar a otros o poner expectativas en ellos, que después los decepcionan.
Ambas habilidades tienen ventajas y desventajas y el ideal, como en todo, está en el equilibrio, en el justo medio, en el arte de a veces fluir y a veces influir. Por ejemplo, aprendiendo a identificar qué circunstancias de mi vida tengo que aprender a aceptar, y cuáles tengo el poder para transformar. Si bien a lo largo de los años aprenderemos que no tenemos el control de nada y que no podemos cambiar a nadie, lo que nos lleva a tener que fluir muchas veces, si contamos con un determinado poder personal que nos hace creadores absolutos de nuestra propia realidad, así que ¿porqué no usarlo?
Tip rápido:
Si experimentas estrés, falta de tiempo para la diversión o el placer, incapacidad para delegar, perfeccionismo, altos niveles de exigencia o autoexigencia: necesitas aprender a fluir, a soltar el control y dejarte sorprender por la vida.
Si identificas que te estás quedando atrás con tus metas, que alguien te está cargando la mano o aprovechándose de ti, que tienes conflictos de vieja data que no has resuelto o sientes que avanzas muy lento: necesitas aprender a influir, a ejercer un poco más de control sobre tus metas y poner acción.
Y ya por último te pregunto querido lector: ¿Tú cómo te consideras? Tiendes más a fluir, influir o estás a la mitad? Responde en comentarios.
Paola Rubio
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