Hace unos días una amiga me hizo el favor de compartir en redes una foto desde el balcón de su casa, se veían plenas las jacarandas mientras los rayos de la luna llena traspasaban sus ramas; y comento que me hizo el favor porque es una imagen que disfruté sobremanera, no podía ser más bello, era la estampa perfecta de una noche que auguraba felicidad y energía alta y renovada; ante esa fotografía nadie estoy segura pensaría que hay un tema de salud que envuelve a todo el globo terráqueo, de pronto la realidad de golpe te hace saber que las cosas no están muy bien y que el virus Covid-19 se propaga.
Podría ser muy simple el hecho de solo quedarte con la realidad y dejar que esa negatividad te paralice; sin embargo, hay momentos que se te regalan y, si eres capaz de verlos, los podrás captar con tu memoria, con una mirada o con una lente fotográfica. Hoy más que nunca deja que el día a día te sorprenda con cosas que antes no observabas, con elementos de la naturaleza, con sonrisas y con instantes inmejorables que ni en el guión de una película podrían ser mejores.
Hay ocasiones en los que las personas esperan algo muy elaborado para dejar que eso penetre en su ser y que una situación sea imborrable o los conmueva; se ha perdido la capacidad de encontrar lo bueno en tu propio hogar, se piensa que hay que viajar miles de kilómetros para ver un atardecer perfecto, degustar la comida más rica, vivir las mejores situaciones y una serie de cosas que solo son ilusorias, y sin lugar a dudas, no terminan de darte la felicidad que buscas; por tal motivo, te desalientas en muy poco tiempo, porque no tienes las vivencias que tu mente espera, porque no aceptas el tiempo presente, y porque te has acostumbrado a fabricar castillos en el aire.
Hoy es un buen día para que te des cuenta que hay muchas cosas que te van a marcar en un segundo: ver a tus hijos felices, saber que están sanos, darte cuenta que las flores siguen floreciendo, que tienes un techo donde dormir, que tienes amigos que te escriben y les interesa saber cómo te encuentras, que en esta etapa puedes sentarte para ver cómo se mete el sol, o levantarte cada mañana muy temprano y observar el amanecer sin las prisas diarias de tener que salir rápidamente de casa; y que conforme pasan los días también vas reeducándote y aprendes que estar contigo no es tan difícil como pensabas, es solo una manera más de conocerte mejor, de ver en lo cotidiano los regalos escondidos.
Sal de pronto a tu balcón, asómate a tu ventana, si eres observador, lograrás también escuchar el silencio, ahí puede que logres encontrarte a ti mismo.
Que tengas una bendecida semana y recuerda ¡quédate en casa!
Georgette Rivera
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