Antes de la década de los años setenta, se utilizaba de manera generalizada el término frigidez para referirse a diversas disfunciones sexuales de la mujer. El término incluía desde la falta de orgasmos hasta el desinterés por la actividad sexual y la inhibición de la excitación sexual. A partir de los libros de William Masters y Virginia Johnson y de Helen Kaplan, se comenzó a utilizar el término «disfunción orgásmica» o «anorgasmia», para describir de manera puntual la dificultad para el orgasmo en las mujeres (y en los hombres).
La anorgasmia se define como la “incapacidad” que tiene una persona para alcanzar el orgasmo, luego de que logra las fases de deseo y excitación durante la actividad sexual. Para diagnosticar esta situación como una disfunción sexual, debe presentarse de forma recurrente y/o persistente, aun cuando la mujer reciba una estimulación que pueda considerarse adecuada en intensidad, duración y tipo para facilitar la excitación y que presente deseo sexual, interés e intención de mantener actividad sexual. En México se estima que la anorgasmia se presenta en un 40 a 45% de las mujeres que han iniciado actividad sexual, esta condición no respeta edad, nivel educativo, ni condición social. Hay que tomar en cuenta que un grueso importante de la población no cuenta con información seria sobre sexualidad, y en consecuencia sobre los conceptos de “orgasmo” y “anorgasmia”, por lo cual nos podríamos enfrentar a un porcentaje mucho mayor de mujeres que presentan esta disfunción.
Las mujeres que tienen una historia de “adoctrinamiento sexual negativo” por parte de la familia o por su religión, pueden considerar la actividad sexual como algo repulsivo, suelen no alcanzar la excitación y ser renuentes a una terapia, en consecuencia mantienen la condición de anorgasmia. Las mujeres con ansiedad al desempeño, por otra parte, tienen una historia parental y religiosa poco relevante para su actividad sexual, disfrutan de esta, pero al estar expuestas a la demanda de ser “multiorgásmicas” y “supersexuadas”, porque esto caracteriza a las «verdaderas mujeres», suelen también presentar anorgasmia porque aunque conocen el término, algunas de ellas no saben el significado real, y pueden pensar que el orgasmo debe acompañarse de gritos, llanto, o movimientos exagerados en la actividad sexual como sinónimos de placer.
La anorgasmia puede ser causada por diversos factores, entre los cuales destacan los siguientes: embarazo, climaterio, vejez, medicamentos, cirugías como la histerectomía, mastectomía, mutilación a otra parte del cuerpo que afecte la imagen corporal, uso de drogas que alteran la respuesta sexual, entre otros. La falta de educación formal de la sexualidad, la vergüenza, culpa, las fobias, los trastornos emocionales, la mala relación de pareja actual o pasada, un ambiente familiar alterado, el estrés, la autoestima poco nutrida, también pueden influir negativamente y facilitar la presencia de anorgasmia.
Las disfunciones sexuales, dentro de ellas la anorgasmia, son un problema de salud que requiere atención especializada en sexoterapia. Las relaciones sexuales insatisfactorias pueden llevar a una tensión constante que puede verse reflejada en la relación de pareja, en el trato con los hijos y las hijas, el desempeño laboral y la interacción social.
Por: Irene Torices Rodarte