¿Somos incompatibles?

Alessia Di Bari

Hoy, me gustaría platicarles de algo que me han estado preguntando mucho últimamente. ¿Existe la incompatibilidad sexual? ¿Qué es? ¿Qué puedo hacer?

Pues bueno, en mi experiencia hay tres tipos:

 

  1. Deseos disparejos ¿Cada cuánto se me antoja?

Si bien, la mayoría de nosotros queremos saber cuánto es lo “normal” de encuentros sexuales por semana, estas estadísticas no aplican para todos. Te tengo noticias, no hay tal cosa como “normalidad” en la sexualidad; existe lo que te gusta y funciona y lo que no. Dicho lo anterior, será importante que observes dónde anda tu libido (apetito sexual). En una semana ¿cuántas veces –auténticamente- se te antoja tener un encuentro sexual?

Ahora sí, la pregunta del millón de dolares: qué pasa cuando mi deseo sexual no se parece al de mi pareja. Esto puede ser porque sea más alto o más bajo que el de tu querer, para efectos prácticos da lo mismo.

 

Entonces ¿qué hacer? Fácil, necesitan platicar MUCHO y llegar a acuerdos que les funcionen a ambos. La persona que tiene la líbido más alta necesita bajarse un poco y el de abajo, necesita subirse otro poco. ¿Cómo? Por ejemplo, teniendo juegos sexuales que no forzosamente terminen en penetración como el sexo oral, petting, estimulación manual, etc. Y teniendo en cuenta que el sexo funciona un poquito como el hambre, mientras más comes… ¡mas hambre te da!

 

  1. Gustos diversos ¿Nos gusta lo mismo?

Aquí, lo importante no es el cuándo lo quiero, sino el qué quiero. Y, es que los gustos sexuales varían de persona a persona; van desde me gusta lento y romántico, disfruto que me hagan pipí, popó, pupú… hasta no me puedo morir sin participar en una orgía. Tú ¿por dónde andas?

 

Si bien, cuando hablamos de sexualidad, no hay prácticas buenas y malas, hay lo que me gusta y lo que no me gusta. Si tu y tu pareja es aquí donde andan teniendo dificultades, seguramente es porque están muy enfocados en las fantasías y/o gustos en los que NO coinciden. Entonces ¿qué hacer? Haz una lista con mínimo unas 50 cosas con las que fantaseas y pídele a tu pareja que haga lo mismo, después compartan sus lista y vean en qué sí coinciden… créeme habrá más de una.

 

Recuerda que si no te gusta su propuesta, sólo dile: paso, eso a mí no se me antoja y propón otra opción. Se vale decir qué no me gusta, pero también se vale proponer qué sí.

 

  1. No eres tú, no soy yo… es la química.

Hay algo que, de pronto, sale de toda explicación. Tiene que ver con lo que en palabras comunes y corrientes llamamos química. Es ese no se qué, que qué se yo, que enamora… o no.

 

Hay estudios que dicen que tiene que ver con el olfato y con ese olor particular que tenemos cada uno de nosotros; otros más dicen que es cuestión de genes y de compatibilidad biológica y existen corrientes que dicen que tiene que ver con la familia y el match que puedan hacer tus ancestros con los suyos.

La realidad es que no sabemos a ciencia cierta que es eso que cada uno de nosotros llama química, pero lo que sí sabemos es que hace de las suyas al momento de sentirnos compenetrados sexualmente con la otra persona.

 

Ojo. A veces le echamos la culpa a ese ente misterioso (química) para no hacernos cargo de lo que estamos sintiendo y de lo que nos está pasando; sólo revisa cómo te sientes y si no será que tienes miedo de lo que sientes por tu pareja y prefieres salirte por la tangente que enfrentarlo.

 

Finalmente, en mi experiencia, todo se puede trabajar. Lo importante es preguntarte qué quieres y qué estás dispuesto(a) a hacer para lograrlo, siempre hay opciones cuando se trata de entenderte sexualmente con alguien. La práctica hace al maestro, así que no pierdas la calma, mejor trabajen juntos en encontrar la mejor de la soluciones para ambos.

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