– ¡Pam, enséñame a manipular!
– Persuadir, que no es lo mismo, chato.
– ¿Cuál es la diferencia?
– La diferencia es que manipular es algo que hacemos desde que nacemos, como quien dice, ya lo traemos de fábrica. Es la primera forma en que aprendemos a salirnos con la nuestra. Fíjate, te convertiste en una máquina manipuladora desde el primer berrinche en el que descubriste el chantaje emocional, la primera mentirita piadosa para no “herir los sentimientos de alguien”, la primera verdad a medias para convencer a alguien de hacer lo que querías…
– Pero si así logré mis objetivos, ¿qué tiene de malo?
– Que tarde o temprano la persona se da cuenta que la engañaste y, seguramente, le generaste un daño. Lograste lo que querías pero a costa de los demás. La manipulación es egoísta y eventualmente juega en tu contra haciéndote perder credibilidad y lastimando tus relaciones.
– ¡Ups! ¿Y ahora? ¿Entonces cómo me salgo con la mía?
– Aprendiendo a persuadir. La persuasión radica en encontrar ese punto de confluencia entre lo que tú necesitas y lo que necesita la persona a quien quieres convencer. Es un ganar-ganar. Es saber gestionar las herramientas, emociones y habilidades personales para entender e influir en las emociones y pensamientos de los demás.
– ¡Perfecto! ¿Por dónde empezamos?
No sabes la cantidad de veces que tengo ésta conversación cuando le digo a alguien que me dedico a dar asesoría, cursos y conferencias sobre persuasión. Es el pan de todos los días. Ya me decía mi madre que fuera abogada o doctora, es menos confuso, ah pero ¡no! Ahí voy de necia a incursionar en algo que tengo que explicarle a cada pobre iluso que se atreve a preguntarme: “Y, ¿a qué te dedicas?”.
Lo bueno es que soy terca como una mula y estoy convencida de que la persuasión será una gran herramienta en tu vida; por eso, si te dejas (¡ándale di que sí!), en esta columna te estaré compartiendo semanalmente ideas que ayudan, te revelaré los mejores tips para convertirte en una persona más persuasiva, alguien que convence, construye y logra lo que se propone a nivel personal y profesional.
Empecemos con estas dos claves de la persuasión:
1. Céntrate en sus necesidades:
Investiga previamente todo lo que puedas sobre las necesidades y motivaciones de tu interlocutor. Cuando lo tengas enfrente pregunta y escucha atentamente para asegurarte de identificarlas correctamente. Resume en una frase cuáles son las necesidades o problemas que detectaste y cómo tu propuesta (producto o servicio, si te encuentras en una conversación de negocios) puede ayudarle a resolverlas. La gente no quiere saber qué tan maravillosos son tú o tu producto, sino qué tan buenos pueden llegar ellos a ser y cómo tú puedes ayudar.
2. Sé congruente:
Entre lo que dices y cómo lo dices, esto te ayudará a transmitir confianza. No bastan los buenos argumentos, no basta conquistar el intelecto de la gente, hay que saber conquistar su voluntad. Persuadir es también proyectar. Procura que cada parte de tu mensaje sea congruente con el resto: tu imagen, lenguaje no verbal, las palabras que elijas, tu voz, el mensaje en fondo y forma…
Piénsalo así: si en nuestro cuerpo un órgano, por pequeño que sea, se descompone, se enferma o muere la persona completa. ¿Cierto? ¡Lo mismo sucede al comunicarnos! Si una parte de tu comunicación, por pequeña que sea, no funciona en concordancia y sincronía con el resto, ¡se enferma el mensaje completo!
¿Ya mueres de curiosidad por saber más? Te advierto que el tema es adictivo. Espero tus comentarios por aquí y a través de las redes, ¿en qué te gustaría aplicar la persuasión?
¡Abur!