¡Ay! el Amor…. ¿Lo has sentido alguna vez? Y en esta ocasión estoy hablando del amor de pareja, no el amor que sientes por un hijo, por tus padres, por tu mejor amigo o por tu mascota.
El amor de pareja es un platillo más condimentado. Le ponemos muchos elementos que lo hacen mas intenso, con mas sabor y con más drama.
Según los expertos el amor pasa por distintas fases. En un inicio el deseo y la atracción que por cierto son muy poderosos, dan la pauta para formar una relación. A la primera fase le llamamos limerencia, aquí se encuentra el enamoramiento y la atracción física. Aparece la química del amor que es una droga muy potente que nos enloquece en la primera etapa. Muchas personas se hacen adictas a esta fase y quieren vivirla constantemente, por supuesto con distintas parejas.
Después viene el amor romántico. Es la etapa en la que construimos confianza, descubrimos si podemos contar con el otro y si esa es la persona correcta. Esta fase es muy delicada porque la falta de amor por nosotros mismos puede hacer que nos conformemos o no queramos ver las señales que muchas veces son muy claras y todos ven, menos nosotros. Esta etapa trae consigo conflictos y crisis que, si logramos superarlas, fortalecerá el vínculo y quizá descubramos que estamos frente a la persona correcta.
Por último, llega el amor maduro. Ese que en el camino construyó compromiso y lealtad. Es la etapa mas profunda y verdadera de la relación. Aquí se acabaron los dramas. Privilegiamos la paz la calma, la ternura y el afecto profundo. La pareja es una unidad.
Estar en una relación es algo serio. Por esta razón es muy importante hablar y comunicarnos. Es común que después de algunas semanas o meses incluso te preguntes ¿Qué somos?, porque no se ha dicho nada, no hay un compromiso hablado y entonces no puedes pedir respeto, atención porque el que no promete nada no tiene porque cumplir. Mmmmm ¡qué cómodo!
¿Por qué nos da miedo preguntar? ¿Por temor a perder lo que aún no es nuestro? Que gran contradicción. En una empresa cuando van a contratar a un nuevo elemento le piden toda la información posible, sus datos generales, le hacen estudios médicos, socio económicos, le piden comprobante de estudios, identificación y comprobante de domicilio. ¿Y qué hacemos cuando metemos a una persona a nuestra valiosa vida? NADA. No preguntamos NADA.
Hoy en día el compromiso y la palabra están muy devaluados. La gente se pasa por el arco del triunfo la palabra empeñada y aún mejor la palabra que nunca se empeñó. Por eso debemos replantearnos las relaciones y hacer acuerdos. Es importante contemplar los pactos de lealtad, cuidar del otro, no lastimar la integridad y las emociones. Mas vale ser claros y firmes que blandos y traicioneros.
Amar es de gente madura. Amar es tener calidad humana. Es ir por la vida causando el menor daño posible y dejar las menos cicatrices que se pueda. Es ser consciente del dolor del otro, tener tolerancia por la forma en la que ve la vida, cubrir sus necesidades, escucharle y tener empatía. Amar no es fácil. Es un juego superior que debe tener todos los elementos para alimentarlo y fortalecerlo.
Todas las relaciones son ensayos para cuando llega la obra mayor y en esos ensayos hay que cuidar la integridad y el corazón. Uno no muere de amor, pero cuando llega el desamor se siente como si se murieras. El que ama de verdad a otra persona no puede ni debe causar sus lágrimas ni su sufrimiento. En el amor se involucra el cuerpo, las emociones, la mente y el alma. ¿Qué hay más valioso que eso?
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