Es cierto, aún falta mucho para que llegues a la tercera edad, pero creemos que nunca es demasiado pronto para planear lo que harás al jubilarte y ser un adulto mayor, sobre todo, porque te resulta absurda la idea de casarte y formar una familia, ¿no?
Si éste es tu caso, y no quieres pasar solo tu vejez, deberías considerar mudarte a una vivienda colaborativa. ¿Has oído hablar de ellas?
El cohousing, o viviendas colaborativas, es un modelo de residencia surgido en la década de los ’70, en Holanda y Dinamarca, cuando las familias jóvenes se organizaron para compartir labores domésticas y crianza de niños, pero manteniendo una economía independiente y un hogar propio.
Como era de esperarse, esta modalidad de vivienda se extendió rápidamente a otros países, como Alemania, Canadá y Estados Unidos. Para los años ’80, y con el inminente paso del tiempo, los pioneros de este movimiento volvieron a impactar al mundo al crear las viviendas colaborativas “senior”.
Actualmente, cada vez son más los adultos mayores que se plantean mudarse a una de estas comunidades en las que puedan convivir con amigos y personas de su edad, además de compartir labores domésticas, sin que ello implique que renunciarán a su independencia.
A diferencia de los asilos o apartamentos con servicios, en las viviendas colaborativas, las personas se hacen responsables de sí mismos y se mantienen activos. Realizan tareas y desempeñan diversas funciones por el bien de la comunidad, sin que ello implique que deban subordinarse a un jefe o líder.
Sabemos que suena bastante hippie, pero si lo piensas detenidamente, el único requisito del cohousing es que te preocupes por tus vecinos y hagas cosas por ellos, por su bienestar. De ninguna manera tienes que renunciar a tus hábitos, gustos y/o necesidades, ni tienes que repartir tus bienes entre ellos. Simplemente, se trata de envejecer dignamente y entre amigos.
¿Qué dices, te animas a adoptar este estilo de vida?
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