Todos tenemos fantasías sexuales

Irene Torices

 

El más importante de nuestros órganos sexuales lo tenemos entre las orejas -el cerebro-, la mente humana, sus ideas, creencias, deseos, fantasías e imágenes acompañan permanentemente al ejercicio de la sexualidad.

El cerebro como órgano sexual maestro, hace posible aventurarse en la riqueza infinita de las percepciones y sensaciones, matiza la cualidad de una experiencia y concede la capacidad de acceder al placer.

La fantasía sexual, es una de las actividades creativas de la mente, y en la que se suele expresar la forma en que cada quien vive su sexualidad. Por lo general no esta disociada, de otros aspectos de la vida diaria: si gustas de aventuras, romances o del conservadurismo, muy probablemente tendrás fantasías sexuales de aventura, de romance o bien, conservadoras, o quizá de lo contrario, como una forma de satisfacer o de probar aquello que no has decidido ser.

La fantasía sexual, expresa algo, que puede ir desde el ánimo de distraerse, hasta una situación que verdaderamente conflictue.

Todas las personas tienen la capacidad y la sensibilidad para fantasear sexualmente, desgraciadamente muchas rechazan o niegan algunas de sus fantasías sexuales por considerarlas inadecuadas o fuera de sus sistemas de valores, desechando con ello una oportunidad para conocer más de sí.

La fantasía sexual puede tener varias funciones. Con ella se puede anticipar una situación a nivel de “ensayo”, tener una idea de lo que se sentirá ante esa situación y cómo comportarse e incluso evaluar si en realidad se desea llevarla a cabo. Pueden ponerse a tu servicio y emplearse para generar o incrementar la excitación sexual, encontrando que hay desde fantasías que te ayudan a excitarte en forma más rápida, otras que te facilitan el logro del orgasmo e incluso algunas que surgen tras una experiencia orgásmica.

La fantasía sexual es una actividad sujeta a varios mitos. Estos van desde creer que la persona que fantasea se está evadiendo de su realidad, que está desadaptada, enferma y en el mejor de los casos, que siente frustración o insatisfacción con su vida sexual.

Y bueno, ¿de dónde provienen las fantasías sexuales?:

  1. Pueden originarse en la niñez, al recordar experiencias placenteras de tiempo atrás o de edades muy tempranas. No es raro que lo que se asimiló como prohibido o con temor, provoque más tarde “tentación” y excitación.
  2. En la adolescencia surgen aquellas fantasías en donde se prueba con distintos estilos de personalidad, cuando se imaginan encuentros ideales con diferentes tipos de parejas, y con diversos niveles de seducción, romance y erotismo.
  3. A través de los estímulos que captan todos nuestros sentidos, se erotiza nuestra imaginación y con ello se estimula la producción de fantasías sexuales.
  4. Al elegir una serie de opciones sexuales y de pareja, siempre se dejan de lado otras y con ello surge la posibilidad de experimentarlas en fantasías, sin que por ello implique un deseo de tenerlas. Por ejemplo quien ha decidido por el momento un estilo de vida monógamo, muy probablemente experimentará fantasías con otras parejas y quien ejerce la polirelación soñará con una pareja estable y como en este caso, en cualquier otro podemos encontrar otras opciones de fantasía que no representan nuestro estilo de vida actual.

 

Para concluir, hay que saber que muchas de las fantasías sexuales que se tienen, no son más que una forma de estimular y darle variedad a la vida sexual, sirviendo como una válvula de escape a las tensiones acumuladas diariamente.

 

Irene Torices Rodarte
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