En algunos momentos de la vida vale la pena ser prudente, sobre todo en los aspectos más decisivos, ser prudente no significa rechazar las oportunidades, más bien es una forma de analizar la mejor forma de hacer las cosas.
La prudencia se puede definir como la capacidad de pensar, ante ciertas actividades o hechos, sobre los riesgos que podría haber, y modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. Distinguir lo que es bueno y lo que es malo para seguir o alejarse. Nos gustaría contarte una historia que ostenta el título de «prudencia».
Una leyenda cuenta que un rey estaba en la búsqueda de un buen chófer, lo necesitaba para viajar desde su palacio, que se estaba en lo alto de una peligrosa montaña, a la ciudad del valle. El camino era peligroso y la carretera estaba llena de barrancas, en algunos puntos el camino se hacía muy estrecho y hacía pensar a los viajantes que en cualquier momento caerían al abismo. Por eso era importante que el conductor fuera un hombre de mucha experiencia, capaz de manejar por caminos angostos llenos de despeñaderos. Tras la publicación de la oferta laboral llegaron tres aspirantes.
El rey explicó a los conductores el tipo de trabajo, y les preguntó qué harían para evitar caer por uno de los barrancos.
— Yo acercaría el coche a tres pies de la orilla— anunció el primero.
— Yo puedo trasladar el auto desde la cima de la montaña hasta el valle, a tan solo un pie de distancia del despeñadero— alardeó el siguiente candidato.
Ante estas respuestas el rey quedó impresionado, sin embargo debía darle la oportunidad al tercer candidato, que se había limitado a guardar silencio.
— Y usted, ¿qué tan cerca del abismo puede manejar?
— No lo sé su majestad, pero prefiero no averiguarlo. Lo cierto es que yo pasaría lo más lejos posible de la orilla.
¿Sabes quién fue contratado? ¡Adivinaste! El chofer prudente. Sus palabras llenas de experiencia inspiraron confianza en el rey. Ahora lo sabes, la prudencia puede ser tu mejor aliada en este día.