Pedagoga Alicia Rábago. Maestría en Ciencia de la Orientación Familiar, Master en Psicología Infantil, Master en Inteligencia Emocional y Master en Coaching Educativo.
Siempre ha sido un problema que la humanidad ha tenido: el de prejuzgar y hacer juicios de valor sobre algo o sobre alguien y la mayoría de veces lo hacemos sin verificar que la información o aquello que estamos diciendo es verdad, pero hoy las cosas creo que han llegado más lejos porque evidentemente la información se esparce de manera exponencial, las redes, todos los medios de comunicación, el internet etc… hacen que una noticia, llegue a mucha gente y muy rápido, así que creo que debemos de ser muy cuidadosos al hablar del respeto, de la privacidad, del pudor, de la difamación, del daño moral y todo lo que esto lleva implícito.
Algún momento apareció en mi vida un cuento que me parece maravilloso para tocar estos temas de respeto y cuidado con lo que decimos y de lo fácil que es sembrar dudas sobre algo o alguien y afectarlo; el cuento se titula “Las manzanas del Sr. Peabody”, un cuento que habla sobre un profesor respetado en una comunidad, y un niño dedujo al ver que tomaba una manzana como todas las mañanas que las robaba y lo contó, al enterarse el Sr. Peabody, le aclaro lo que pasada pero le puso
un claro ejemplo de cómo la reputación de alguien puede ser dañada y una disculpa no recupera el daño hecho con el ejemplo de una almohada de plumas, tiró las plumas por todas partes y estas volaron con el viento y le dijo “Ahora levántalas y vuélvelas a meter a la almohada”, y el chico contesto “. Es imposible seguro se me escapará alguna”, por más que quieras aclarar el daño seguro se te escapará una persona a la que le aclares la verdad.
Hoy es necesario y creo más que nunca que como familia veamos cuales son los principios en los cuales queremos que crezcan nuestros hijos, que tengamos muy claro las prioridades a las que queremos llegar, porque de esta forma los enseñaremos no solo con el ejemplo, sino con pequeñas acciones todos los días.
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Es importante que enseñemos a nuestros hijos hacerse responsables no solo de lo que hacen sino también de lo que dicen, que piensen antes de escribir sobre alguien si serían capaces de decírselos de frente y no detrás de una computadora o un teléfono de manera anónima, incluso existen páginas en donde de manera anónima pueden desprestigiar a una persona y anónimamente (páginas que los adolescentes conocen) recibe insultos, amenazas, ofensas de la manera más cobarde, hay que comprometernos para que nuestros hijos logren empatizar sobre cómo se siente esa persona que recibe toda clase de faltas de respeto si ni siquiera la oportunidad de poderse defender.
Y no solo enseñar a nuestros hijos a no hacerlo en redes, todos, no solo los niños debemos de aprender a respetar, porque de ahí radican muchas cosas más, ese dicho de “no hagas lo que no te gustaría que te hicieran” por lo menos nos hace pensar un poco más las cosas antes de hacerlas, pero hoy los niños y adolescentes no encuentran ninguna consecuencia sobre sus actos y eso hace que se pierda todo el respeto porque no hay autoridad que los detenga ni los haga ver la gravedad del asunto.
Es increíble imaginar a nuestros hijos insultado u ofendiendo a alguien, pero recuerda si lo hacen ellos no te lo van a venir a contar, no des por hecho muchas cosas, habla y habla mucho, nunca en este tipo de cosas habrá palabras que sobren.
Las palabras pueden construir o destruir, piensa en alguna ocasión que una sola palabra te haya animado o te haya hecho sentir muy mal, pues a todos nos pasa, las palabras ocupan espacio en nuestra mente y corazón, yo creo que todos nos queremos quedar con las que nos hagan sentir bien y nos ayuden a crecer. Empecemos por hablarnos bonito y volverlo un hábito que podamos trasmitir a nuestros hijos y a los que nos rodean, Las palabras tienen un gran valor que no nos pase por alto.
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