Amo el sonido del cenzontle, pájaro de 1000 voces.
Nezahualcóyotl.
Desde muy pequeños hemos venido a este mundo aprendiendo. Esa es nuestra máxima (oportunidad/obligación); el aprender.
Las formas en las que la sapiencia ocurre son muy variadas. Pero sin duda desde niños, desde donde podamos ubicar el primer recuerdo en el que estamos conscientes de somos alguien, desde ese punto lo que nos hace ir hacia el conocimiento es el interés.
Somos el niño siguiendo la mariposa de colores y todo aquello que nos crea una curiosidad, nos hace que arriesguemos y avancemos sin que nadie nos dirija, nos obligue e inclusive superamos pequeños miedos que teníamos en mente, ponemos en peligro nuestra vida sin saberlo, porque la curiosidad nos llama.
Tenemos una voz; a veces nos susurra y otras veces nos alerta.
Una voz verdadera, pura sin influencias, que nos dice avanza, sigue, arriesga. Que nos dice detente, que nos dice vámonos, nos dice algo falta, algo no está bien.
Es una voz con miles (o eones (quién sabe)) de años, es una voz que sabe. Es una voz maestra como luz que guía y siempre te dice lo correcto aunque no te guste.
Voz interna de mil voces que te habla por tu nombre y no ese que te dieron en el registro civil. “Tu nombre”; porque el que tú te hablas cuando estas a solas. Nombre que hace que todo lo que eres ponga atención a lo que la voz te dice.
La verdad tiene miles de formas pero ninguna es tan autentica como ese sonido y aunque en estos tiempos que solo se registran por los dígitos (2017). Mucho del exterior busca que el sonido de la voz se escuche menos, se ignore más o simplemente la atención al sonido sea distraída a través del entretenimiento; pero es imposible callar esa voz.
Esta voz es un sonido divino que cumple con su misión dentro de nosotros y estará allí hasta el final aunque cada vez te alejes más de cada consejo.
Los ancianos decían que es la voz de la experiencia dándole valor al paso del tiempo, los iluminados hablan de la voz de la consciencia elitizando la práctica del escucha. Todos tienen razón aunque sólo en una fracción conceptualizada y clasificada.
Lo que sí puedo anunciar es que esa voz, es: tu voz, la verdadera esencia de lo que eres. Muy muy lejos de lo que haces o lo que crees que necesitas.
Esa voz está allí en el trabajo diciéndote arriesga, estas aquí para ganar dinero y después hacer lo que te gusta, lo que tú y yo sabemos en verdad quieres; allá el tiempo no importa, allá no mides las horas.
¿Por qué?, porque haces lo que amas.
Hacer lo que uno ama hacer es: ser en el amor.
Nuestra voz nos lleva a hacer lo que es nuestro destino hacer y amamos nuestro destino.
Estamos hechos de la máxima energía que existe en el universo conocido y eso es el amor; pero no esa única y falsa forma en que la televisión y las películas nos enseñan lo que es el amor: esa convivencia entre dos seres de diferentes géneros con el fin de perpetuación de la especie. No ese; un amor más allá. Lejos de esos patrones químicos se arrojan en la pruebas y que dan como un resultado científico una supuesta verdad.
Hablo de la voz que nos guía hacia lo milagroso inexplicable, donde se funde el misterio y el conocimiento en un ciclo continuo.
Una voz que es silencio y sólo se rompe cuando hay un correcto y armonizado equilibrio entre sonidos y silencios.
Porque eso es la existencia, eso es poder y el poder es ser libre de forma autentica.
Podemos ser un coro cantando al unísono, pero para ello debemos frenar los ruidos que el exterior nos ofrece y avanzar hacia donde la voz nos dicte, recordemos que no solo de pan vive el hombre y la comida llegara a nuestras mesa, habrá un techo sobre nuestras cabezas y el mejor abrigo para nuestras familias.
Los ruidos traen desequilibrio y los desequilibrios temores, los temores enfermedad y la enfermedad: muerte.
Y así es como vemos que hay una sociedad de voces moribundas.
Yo sé que todo puede cambiar, porque lo único seguro son los cambios y todos los cambios serán para bien cuando nos responsabilizamos de nuestro poder.
Javier Garrido