Imagina que alguien te dice: “Tienes 15 minutos para entrar a tu casa y recoger lo que para ti sea más valioso”. ¿Qué tomarías en esos 15 minutos?
Ahora imagina que tienes que entrar solamente tú, nadie más, acompañado de una persona de protección civil, con un casco y un chaleco porque en esos 15 minutos tu casa podría colapsar y derrumbarse. ¿Qué harías?
Esto no es un ejercicio de algún curso de desarrollo humano, de liderazgo o de supervivencia. No. Esto es una situación real que están viviendo muchos de los afectados por el sismo en la Ciudad de México, el Estado de México, en Morelos, en Oaxaca, Chiapas y seguramente poblados de los que no tenemos idea.
Esta reflexión me llegó cuando vi en la televisión el pánico y la tristeza en la cara de los que entraban a sus casas y los 15 minutos que no les servían de nada para reunir lo que llevaban una vida atesorando. Y de verdad, qué sería lo más importante, si en ese momento estas perdiendo tu techo, tu hogar, tu seguridad. Eso y tus afectos son lo más importante. Lo demás, las cosas tarde o temprano se recuperan.
Con mucha tristeza me puse a pensar no en lo que yo reuniría en esos 15 minutos si estuviera en ese caso; sino en lo que vengo acumulando durante una vida y que en estos momentos no tienen la menor importancia. Es decir, la cantidad de apegos que he ido reuniendo y que en momentos como estos dejan de tener importancia. Las colecciones, las cartitas y tarjetas del pasado, la ropa que nunca me pongo, los vasos de Pepsi, coca, Cinemex y anexas que nadie usa, las revistas, los zapatos…. Todo aquello que si se pierde… No pasa nada. Cosas, al fin y al cabo.
Hace un mes se me rompió el disco duro alterno de la información de mi computadora. Ahí se encontraban TODAS las presentaciones de las conferencias que he creado he impartido en mi vida. Los dos libros que escribí y los dos que había empezado; por supuesto miles de fotos, música, imágenes entrañables. Ese disco duro era el respaldo de toda la información importante en mi vida. Cuando el técnico me dijo, no tiene solución, entendí que todo eso dejó de existir. ¿Y sabes qué pasó? Nada. Lo único que tengo que hacer es ponerme a trabajar y crear más. Era mi tesoro intelectual, pero eso salió de mi mente, y esa sigue ahí.
Qué duro será reunir nuevamente una vida para continuar; pero es buen momento de analizar si podríamos vivir más ligeros, no acumular tanta cosa y saber que lo más importante y valioso, va contigo. Tus habilidades, tus talentos y tu voluntad ahí están y esas no tienen precio. Y por supuesto ir acumulando afectos, amigos, lazos familiares que en los momentos más difíciles son los que nos apoyan y nos tienden no solamente su mano sino su casa, su afecto y amor que en estos momentos de fragilidad son vitales.
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