¿Alguna vez te has preguntado cuánto vales ante la sociedad en la que vives?
Tal vez creas que tu valor es mucho porque tienes estudios, una licenciatura o maestría, quizá un doctorado. Si bien es cierto que la preparación es importante, nos daremos cuenta que no es lo único. Cuántas personas con la pared llena de reconocimiento, títulos y premios, son realmente insoportables, y nadie quiere estar a su lado, ya que a cualquier lugar al que lleguen inmediatamente crean un conflicto. O ante un poco de presión, inmediatamente se bloquean o desmoronan. Personas con una incapacidad terrible para adaptarse a los cambios y enfrentar dificultades, individuos que no pueden comprender que en la vida las cosas no siempre resultaran como queremos, sino que simplemente las cosas son como son.
Quizá descubres que eres alguien que ha desarrollado valiosas habilidades y cuentas con grandes capacidades de hacer trabajos manuales, o eres bueno vendiendo, negociando; o para ti es muy fácil socializar, o tienes mucha creatividad, etc. Eso te puede hacer creer que eso es suficiente para tener un alto valor personal ante los demás, pero solo esto, tampoco es suficiente ya que los conocimientos se necesitan. Vivimos en un mundo en el cual los conocimientos crecen a una velocidad sorprendente. Hoy surge la computadora más novedosa y en tres meses ya es vieja. La competitividad en los negocios y en el mundo laboral es de una gran fiereza, cada día el mismo puesto es más competido por más número de personas. Millones de personas por todo el planeta y cada vez más se encuentran sin trabajo, por lo cual es importante que continuamente estés haciendo tuyo nuevo conocimiento. Tú tienes que leer un nuevo libro, tomar un nuevo curso, aprender un truco nuevo; el conocimiento es básico para sobrevivir en un mundo cada vez más demandante.
Y por último llegamos al tema de la actitud. La cual es sumamente importante en la vida, pero no es lo único. Si tomamos a un idiota y lo súper motivamos, descubriremos que al final sólo tendremos un idiota motivado. Te serviría de poco tener una maravillosa actitud ante la vida, si careces de conocimientos necesarios o si eres una persona sin habilidades.
Existe una fórmula que nos permite conocer el valor real que un individuo tiene ante su sociedad, y esta es: V = ( C + H ) x A. Lo cual significa: V – Valor, C – Conocimientos, H – Habilidades, A – Actitud. (Valor igual a, conocimientos más habilidades, multiplicado por la actitud).
Usando esta fórmula es como podemos llegar al verdadero valor que un individuo tiene.
Si decides aumentar tu valor, tienes que comenzar por analizar objetivamente tu realidad actual. Auto engañarte y darte un inmenso valor que los demás no perciben, no te sirve de nada, al contrario, te perjudica. Quizá tú poseas muchos conocimientos, pero no los necesarios para lograr los objetivos que te has propuesto en la vida. Es importante tomar conciencia que tampoco podemos llegar a saberlo todo, por lo cual en determinados momentos necesitamos la humildad suficiente, para buscar la ayuda de un experto en algún tema importante, el cual nos puede asesorar. Pero si eres de las personas que creen saber mucho más que nadie, si eres alguien que no permites que ni el mismísimo Dios te enseñe nada, pues olvídalo, no hay nada que hacer y seguirás atorado por el resto de tu vida. Hasta los más grandes exitosos y millonarios, se rodean de expertos en diferentes áreas. El súper poderoso empresario, se deja asesorar por expertos, por autoridades en los diversos temas.
Trabaja día con día en acrecentar y mejorar tus habilidades. Eres un buen vendedor, pues podría vender aún más. Te consideras bueno negociando, entrénate para ser cada día mejor. Piensas que eres creativo, pues si no has inventado algo que mejore notoriamente tu vida y la de la humanidad, significa que puedes ser mejor. Los límites no son reales, solo son ideas, que podemos romper cuando nosotros queramos.
Y por último mejora día a día tu actitud ante la vida. La misma situación puede ser terrible o maravillosa, depende de la actitud con la que la enfrentemos. Tenemos que comprender que esta maravillosa vida es un juego. Es como un juego de cartas en el que Dios baraja y reparte y no siempre nos tocara el juego que deseamos tener. Pero la grandeza se demuestra jugando, así mismo, con las cartas que te hallan tocado. Eso es lo que hace la diferencia entre los grandes y los mediocres o perdedores. En este juego, nunca, jamás podemos regresar las cartas. Estas son simplemente las que te tocaron, no puedes elegir las circunstancias, pero sí la actitud con las que enfrentas dichas circunstancias. Quisieras que ese ser querido no hubiera enfermado y muerto. Pero quién eres tú para no experimentar la muerte y la pérdida que todo ser humano en algún momento tiene que enfrentar.
Si a partir de hoy deseas aumentar tu valor, entonces recuerda trabajar arduamente contigo mismo en mejorarte a ti, tus conocimientos, tus habilidades y tu actitud.