Hay daños que se notan. Esos son los daños físicos. Un golpe, un moretón, una herida… Se notan. Seguramente alguien te dirá ¿Qué te pasó?
Pero cuando el daño está en el alma, no se nota tan rápido. El alma se va marchitando poco a poco hasta que un buen día te sientes la peor persona, el ser más feo del mundo, el alma más triste que existe. Un día en que se apaga el brillo de tu mirada y no quieres levantarte de la cama. Y como el tiempo hace que los recuerdos se vayan apagando, no te queda claro cómo y cuándo comenzó todo. Hoy te quiero recordar cómo comenzó.
Todo empezó ese día en que abriste tu corazón y depositaste toda tu confianza en esa persona. Cuando le diste la llave de ti y poco a poco permitiste que manejara tu vida, tus decisiones, tus opiniones y tu individualidad.
Cuando permitiste que te dijera eres una tonta o “tontita”, que suena más tierno. ¡Qué estúpido eres! o gestos de desaprobación frente a todos tus amigos. Cuando permitiste que hiciera esos comentarios sobre ti, justificándole con frases como “no sabe lo que dice”, “su intención no es lastimarme”, “tuvo un mal día”.
Cuando te ordenó con quién hablar o con quién no hablar. Cuando tomó tu celular y te dijo que bloquearas a tus amigos. Cuando te prohibió salir diciéndote que sabía lo que era bueno para ti. Cuando empezó a pedirte dinero prestado y no lo devolvió. Cuando tus cosas eran suyas y sus cosas no te pertenecían. Cuando te empezó a prohibir que le llamaras. Cuando evidentemente prefería la presencia de otros que la tuya. Cuando te quedaste esperando su llamada, su presencia o la felicitación de cumpleaños y al mostrar tu frustración te dijo que esas cosas no son importantes.
¿Cómo te das cuenta de que ya te acostumbraste al maltrato? Cuando al poner toda la confianza en el otro, dejamos de confiar en nosotros mismos. Cuando al poner el amor en el otro, nos olvidamos de “AMARNOS”. Amarnos es una labor urgente, necesaria y de todos los días. Nuestra autoestima es un valor que debemos fortalecer porque se verá amenazado día a día con gente que llega a nuestra vida, que a veces con intención y muchas sin ella, nos afectan y nos ponen a prueba. Jefes, amistades, autoridades, parejas, familia… en fin; el factor humano en general convive con sus neurosis y sus pendientes personales día a día. La pregunta es…. Tú… ¿ya te acostumbraste?
¿Cuándo vas a poner límites? ¿Hasta cuándo vas a permitir que tu alma se apague? ¿Cuándo empezarás a amarte?
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