Cómo hablarle a los niños de las tragedias

Edilberto Peña de León

Hay poco que agregar sobre los acontecimientos de la semana pasada para dar marco a esta participación. El desastre fue enorme y las consecuencias en decesos, lesionados, casas y edificios lastimados son evidentes. Durante los primeros días, hay poco que hacer en lo mental, las personas se tienen que centrar en sobrevivir y rescatar lo más posible. Lo cierto es que apenas vamos a comenzar a ver las secuelas psicológicas de todo lo vivido.

He sido testigo de cómo los adultos la hemos estado pasando difícil, incluso de entre mis amigos expertos en salud mental hay varios que me han confesado su estado de crisis. Ahora imaginemos lo que pueden pasar nuestros hijos. Mientras más pequeños nuestros infantes, es más difícil que ellos alcancen a dimensionar lo enorme de la tragedia. Así mismo se encuentran ante una divergencia franca: la carencia en la formación de objetividad sobre lo que está pasando contra el exceso de información que se obtienen por todos lados y que hasta a los adultos nos resulta casi imposible saber con exactitud que información es cierta y cual es falsa o exagerada.

Es por esto que quiero darles cinco reglas de que hacer con nuestros hijos ante sus necesidades de saber y de sentir ante estos eventos:

  • A menos que sea necesario sentarlos propositivamente a darles una información porque tengamos que explicarles una tragedia que les atañe (fallecimiento de un ser querido o daños irreparables en su escuela), no debemos de darles más información que la que ellos nos vayan preguntando.
  • Siempre que nos pregunten hay que darles la oportunidad de que replanteen y elaboren bien qué es lo que quieren saber. La técnica es que después de escuchar su pregunta hay que responderles con otra pregunta como: ¿Qué te hace sentir eso? ¿Cómo te sentiste cuando viste ese reportaje o te enteraste de esta noticia?
  • Hay que evitar las respuestas categóricas: ¿Papá va a volver a temblar? No hay que responder un AISLADO SÍ. Hay que aplicar aquí el punto dos.
  • Si el niño después de hablar un poco sobre el temblor y sus consecuencias, cambia de tema, hay que dejarlo que se vaya por las ramas. En los hechos, ya no necesita saber más por el momento.
  • Mientras no tenga más requerimientos de información y sigamos sin clases y sin ir a ayudar a centros de acopio; la tarea es a jugar y dibujar. El simbolismo es una de las mejores técnicas de las que podemos echar mano para que nuestros hijos laboren el sufrimiento que les pueden dejar acontecimientos como los pasados.

Dr. Edilberto Peña de León

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